Por una sinodalidad como proceso de coherencia

01 de Febrero de 2022

[Por: Diego Pereira Ríos]




Vemos a diario las noticias eclesiales donde aparece muchas veces la palabra “sinodalidad” y que nos invita a creer que una Iglesia distinta, nueva, fresca, renovada es posible. Pero ¿es realmente así? ¿La sinodalidad está provocando un cambio sustancial en la Iglesia católica? Considero que no, que aún falta mucho que hacer por la sinodalidad. Por un lado, por la falta de conocimiento acerca del tema y que no es solamente un de falta de formación tanto en el laicado, sino que en muchos sacerdotes que son los que aún tienen el poder de contagiar al Pueblo de Dios de esta novedad. Pero, junto con ello, es la falta de interés lo que más destaco. Hay muchas personas que se están enterando de este proceso sinodal que estamos haciendo en Latinoamérica y no les interesa, no quieren cambiar nada, se han acostumbrado a una Iglesia “perenne” y muchos dicen “esto es así y ya está”.

 

Existe en toda la Iglesia una resistencia enquistada a creer que está configurada de tal modo que no debe cambiar, y no hablo solo de la estructura jerárquica de poder, sino que pienso en la forma de llevar adelante la pastoral, de celebrar los sacramentos, o de enseñar la catequesis. Hay un modo de ser Iglesia que se nos hizo tan rutinario que mucha gente no ve otra forma de hacerlo. Hay en todo ello una dependencia infantil de los laicos en relación a los sacerdotes que trabaja a manera de una ceguera que no les deja avanzar en su madurez espiritual. Si bien los sacerdotes están acostumbrados a ese lugar de poder, de ser tratados de forma distinta por ser sacerdotes, de ser considerados hombres elegidos por Dios para una gran misión, es un gran problema que sucede en la conciencia de los laicos. Pero somos laicos que hemos sido formados por los mismos sacerdotes que luego “idolatramos”, pero que también condenamos cuando aflora en algunos de ellos su humanidad, cuando dejan el ministerio o se desvían de su vocación. En esto duele mucha hipocresía que aún vivimos dentro de la Iglesia.

 

No son muchos/as los/las teólogos y teólogas, sacerdotes, religiosas/os y laicos que sí han empezado un proceso serio de sinodalidad y que están intentando esparcir esa semilla por donde pasan.  Mi cuestión hoy es cómo hacer efectiva que esa invitación llegue a toda la Iglesia pues son muchos los que ni siquiera se han enterado. He preguntado a muchos sacerdotes acerca de cómo ven la sinodalidad y muchos no creen que haya cambios, porque los obispos no quieren, porque ellos mismo no quieren, pero duele creer que muchos/as laicos/as no quieran saber del tema y no les interese. Cuando como laico hablo abiertamente de los problemas de la Iglesia, la gran mayoría de colegas en el mundo religioso me miran como queriéndose apartar para no dejarse “contagiar” de lo que digo, o con una actitud resignada que transmite una falta de compromiso ante la actual situación de la Iglesia. 

 

Siempre el punto de partida debe ser la realidad que se ve muchas veces ignorada por las ideas de Iglesia que tenemos. Como decía el Papa Francico: “Esto supone evitar diversas formas de ocultar la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que reales, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría” (EG 231). Nos falta una mirada sincera, coherente, valiente acerca de la realidad de la Iglesia. Los templos vacíos, las congregaciones en crisis, la escasez de sacerdotes y religiosas, el cansancio en el laicado, son solo algunos de los rostros de la crisis eclesial. Hay algo que no se está diciendo pero que sí se está viviendo a la interna y que la Iglesia no puede seguir así. Pero ¿cuándo reaccionaremos? Pidamos a Dios la fuerza profética para poder responder al llamado del Espíritu.

 

*La imagen fue tomada de https://cristomaniacatolica.com/recursos/identidad-y-mision-de-los-laicos-en-la-iglesia-ii-parte/ 

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