El veto parental, vuelta a la inquisición

20 de Febrero de 2020

[Por: Juan José Tamayo]




Con la aprobación del veto parental en la Comunidad de Murcia vuelven a España la inquisición, una institución que dábamos por desaparecida en el siglo XIX, y la censura, que creíamos enterrada con la transición democrática. Lo más grave es que la inquisición y la censura se imponen en el sistema educativo, en la escuela pública y en la concertada. El argumento utilizado por Pablo Casado para justificar dicho veto se resume en dos afirmaciones falaces: “saquen sus manos de nuestras familias" y “mis hijos son mis hijos”. 

 

No sé muy bien a quiénes se refiere la primera afirmación: ¿a los profesionales de la educación: maestros, maestras, educadores, y educadoras, psicólogos?, ¿al Estado? Si se refiere a los primeros, carece de sentido, porque es a ellos a quienes les corresponde la tarea formativa-informativa-educativa en la escuela. Si se refiere al Estado tampoco es muy afortunada,  porque es él el que tiene la obligación de ofrecer una educación integral en las mejores condiciones. Las familias pueden y deben colaborar en la tarea educativa escolar, claro está, pero no erigirse en protagonistas de la misma ni marcar su orientación pedagógica ni poner vetos a su contenido.

 

A la afirmación de Casado “saquen sus manos de nuestras familias” habría que responder con otra: “saquen las creencias religiosas de las aulas”, ya que con frecuencia la presencia confesional de la religión en la escuela es una de las responsables del veto parental. Como afirma Mariam Moreno, experta en coeducación y creadora del programa Scholae, cuyo objetivo es incorporar la igualdad en los centros educativos, “el sistema educativo no puede depender de las creencias de las familias, que no tienen el derecho a imponer sus creencias sobre los derechos humanos”.

 

Por lo que se refiere a la segunda afirmación “mis hijos son mis hijos” estamos ciertamente ante una tautología, pero lo que subyace a ella es una concepción neoliberal de la propiedad extensible a los hijos, a quienes se convierte en propiedad absoluta de la que se puede usar y abusar, donde la prioridad ya no es la educación integral de los hijos e hijas, sino la ideología paterna. De esta manera se lesiona, e incluso se cercena, el derecho de las y los escolares a recibir una educación integral en la que sean sujetos y no meros receptores de saberes. Quien responde a la afirmación de Casado no es ningún experto en pedagogía, sino el propio papa Francisco,  que afirma que los padres no son dueños de sus hijos, sino custodios. 

 

El veto parental implica una sospecha permanente sobre la competencia del profesorado, una injerencia en su campo profesional, un cuestionamiento de la libertad docente y un rechazo a la educación en la conciencia crítica del alumnado. A su vez, somete al profesorado a la estrategia del miedo, que le expone a constantes denuncias y le impide educar desde la libertad, en libertad y para la libertad.

 

Con el veto parental en materia educativa el Gobierno de la Comunidad de Murcia está creando un problema que no existe, como ha reconocido el propio presidente murciano, y VOX consigue poner en el centro del debate su concepción homófoba, patriarcal, sexista e imponer una agenda política ajena a los problemas de la sociedad. 

 

La propuesta de VOX constituye el mejor ejemplo de fake news, ya que hace graves e infundadas acusaciones de sexualizar a los niños y niñas e incluso vincula la educación afectivo sexual escolar con la pederastia, cuando de lo que se trata es de un mejor conocimiento de su cuerpo. Es un ataque en la línea de flotación de la igualdad de género, una negación de la diversidad afectivo-sexual y una defensa de la hetero-normatividad y de la binariedad sexual.

 

“Mis hijos son míos”, afirma Pablo Casado para defender el veto parental y oponerse a la educación afectivo-sexual escolar de sus hijos, creyendo que de esa manera está defendiéndolos de una educación desviada. Creo que se equivoca. Me gustaría recordarle el poema “Sobre los hijos” del libanés Khalil Gibran, que acaso leyera en su juventud y haya olvidado. Quizá le haga cambiar de postura o al menos poner en duda su propia afirmación:  

 

Tus hijos no son tus hijos,

son hijos e hijas de la vida

deseosa de sí misma.

No vienen de ti, sino a través de ti,

y aunque estén contigo,

no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,

pero no tus pensamientos, 

pues ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes hospedar sus cuerpos,

pero no sus almas, porque ellos

viven en la casa del mañana,

que no puedes visitar,

ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,

pero no procures hacerlos

semejantes a ti

porque la vida no retrocede

ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual tus hijos,

como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinación,

en tu mano de arquero

sea para la felicidad

pues aunque Él ama

la flecha que vuela,

ama de igual modo al arco estable.»

 

Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones en la Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es Hermano Islam (Editorial Trotta)

 

 

Imagen: https://www.eldiario.es/politica/MINUTO-POLITICO-CGPJ-nombramiento-Delgado_13_985981393_37786.html 

 

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