La tontería del antiglobalismo

12 de Diciembre de 2018

[Por: Leonardo Boff | Texto en español y en portugués]




Se está produciendo en todo el mundo una ola anti-globalista. Tal vez pocas cosas sean más regresivas y disparatadas en el mundo actual que ésta. Había un cierto anti-globalismo, fruto del proteccionismo de varios países, pero que no amenazaba el proceso general e irreversible de la globalización. Esa ola fue asumida como plataforma política por Donald Trump que, según el premio Nobel en economía Paul Krugman, sería uno de los presidentes más tontos de la historia norteamericana. Lo mismo sirve para nuestro recién electo presidente brasileño, el ex capitán Bolsonaro y sus Ministros de Educación y de Relaciones Exteriores, negacionistas de este fenómeno, que sólo personas desinformadas y con prejuicios no perciben.

 

¿Por qué se trata de un disparate de los más insensatos? Porque va directamente contra la lógica del proceso histórico incontenible. Hemos alcanzado un nuevo estadio en la historia de la Tierra y de la Humanidad. Si no, veamos: hace miles de años, los seres humanos, surgidos en África (todos somos africanos), empezaron a dispersarse por el vasto mundo, comenzando por Eurasia y terminando en Oceanía. Al final del paleolítico superior, hace cuarenta mil años, ya ocupaban todo el planeta con cerca de un millón de personas.

 

Desde el siglo XVI comenzó la vuelta de la diáspora. En 1519-1522 Fernando de Magallanes realizó la primera vuelta al planeta, comprobando que es redondo. Cada lugar puede ser alcanzado desde cualquier lugar. El proyecto colonialista europeo occidentalizó el mundo. Grandes redes, especialmente comerciales, conectaron a todos con todos. Este proceso se prolongó desde siglo XVII al XIX cuando el imperialismo europeo, a hierro y fuego, sometió el mundo entero a sus intereses. Nosotros, los del Extremo-Occidente nacimos ya globalizados. Este movimiento se reforzó en el siglo XX, después de la segunda guerra mundial. Y en los tiempos actuales, cuando las redes sociales nos hicieron a todos vecinos, a la velocidad de la luz, y la economía comandó el proceso, especialmente a través de la “gran transformación” (K. Polanyi), que significó el paso de una economía de mercado a una sociedad de mercado. Todo, todo, hasta lo más sagrado de la verdad y de la religión, se convirtió en mercancía. Karl Marx en La Miseria de la Filosofía (1847) llamó a esto “la corrupción general” y la “venalidad universal”.

 

La globalización que los franceses prefieren llamar, con mayor razón, planetización, es un hecho histórico innegable. Todos nos estamos encontrando en un mismo lugar: en el planeta Tierra. Estamos en la fase tiranosáurica de la globalización, que viene siendo hecha bajo el signo de la economía mundialmente integrada, voraz como el mayor de los dinos, el tiranosaurio, al ser profundamente inhumana, por la pobreza que causa y por la acumulación absurda que permite.

 

Ya hemos entrado en la fase humano-social de la globalización por algunos factores que se han vuelto universales, como la ONU, la OMC, la FAO y otros, los derechos humanos, el espíritu democrático, la percepción de un destino común Tierra-Humanidad y el ser el homo sapiens sapiens y demens, una única especie.

 

Notamos ya los albores de la fase ecozoico-espiritual de la globalización. La ecología integral y la vida en su diversidad, y no la economía, tendrán la centralidad, la reverencia ante todo lo creado y un nuevo acuerdo con la Tierra, vista como Madre y como un super Organismo vivo que debemos cuidar y amar, valores profundamente espirituales. Crece la noción de que somos aquella porción de la Tierra viva que con un alto grado de complejidad comenzó a sentir, a pensar, a amar y a venerar. Tierra y Humanidad formamos una única entidad, como bien testificaron los astronautas desde sus naves espaciales.

 

Ha llegado el momento, como profetizaba el paleontólogo y científico Pierre Teilhard de Chardin ya en 1933, en que “la edad de las naciones ha pasado. Si no queremos morir es la hora de sacudir viejos prejuicios y construir la Tierra”. Ella es nuestra única Casa Común, la única que tenemos, como enfatizó el Papa Francisco en su encíclica Sobre el cuidado de la Casa Común. (2015). No tenemos otra.

 

Estamos oyendo prejuicios extraños a los futuros gobernantes y ministros en el sentido de que la globalización es una trama de los comunistas, para dominar el mundo. Son los que, según Chardin, no se ocupan de construir la Casa Común, sino que se vuelven rehenes de su pequeño y mezquino mundo, del tamaño de sus cabezas, escasas de luz.

 

Si no consiguen ver la nueva estrella que ha irrumpido, el problema no es de la estrella sino de sus ojos ciegos.   

 

*      *      *

 

A tolice do Anti-globalismo

 

Está ocorrendo pelo mundo afora uma onda anti-globalista. Talvez haja poucas coisas mais regressivas e disparatadas no mundo atual do que esta. Havia um certo anti-globalismo, fruto do proteccionismo de vários países mas que não ameaçava o processo geral e irreversível da globalização. Ela foi assumida como  plataforma política por Donald Trump que, segundo o prêmio Nobel em economia Paul Krugman, seria um dos presidentes mais tolos da história norte-americana. O mesmo vale para o recém eleito presidente, o ex-capitão Bolsonaro e seus ministros da educação e das relações exteriores, negacionistas deste fenômeno que só desenformados e preconceituosos não o percebem.

 

Por que se trata de um disparate dos mais insensatos? Porque vai diretamente contra a lógica do processo histórico irrefreável. Alcançamos um patamar novo da história da Terra e da Humanidade. Senão vejamos:há milhares de anos, os seres humanos, surgidos na África (somos todos africanos), começaram a se dispersar pelo vasto mundo, começando pela Eurásia e terminando na Oceania. No final do paleolítico superior, há quarenta mil anos, já ocupavam todo o planeta com cerca de um milhão de pessoas.

 

A partir do século XVI começou a volta da diáspora. Em 1521 Fernão de Magalhães fez o périplo do planeta, comprovando que é redondo. Cada lugar pode ser alcançado a partir de qualquer lugar. O projeto colonialista europeu ocidentalizou o mundo. Grandes redes, especialmente comerciais, ligaram todos com todos. Este processo  se prolongou dos séculos XVII ao XIX quando o imperalismo europeu, a ferro e fogo, submeteu a seus interesses o mundo inteiro. Nós do Extremo-Ocidente nascemos já globalizados. Esse  movimento se  reforçou no século XX, depois da segunda guerra mundial. Chegou à sua culminância nos dias atuais quando as redes sociais avizanharam a todos, à velocidade da luz, e a economia tomou conta do processo, especialmente através da “Grande Transformação”(K.Polaniy) que significou  a passagem de uma economia de mercado para uma sociedade de mercado. Tudo e tudo até o mais sagrado da verdade e da religião viraram mercadoria. Karl Marx na Miséria da Filosofia” (1847)chamou isso de “a  corrupção geral” e da “venalidade universal”.

 

A globalização que os franceses preferem chamar, com melhor razão, de planetização, é um fato histórico inegável. Todos estão se encontrando num único lugar: no planeta Terra. Estamos na fase tiranossáurica da globalização que vem sendo feita sob o signo da economia mundialmente integrada, voraz como o maior dos dinos, o tiranossauro, por ser profundamente inumana pela pobreza que causa e pela acumulação absurda que permite.

 

Já entramos na fase humano-social da globalização por alguns fatores tornados universais, como a ONU, a OMC, a FAO e outros, os direitos humanos, o espírito democrático, a percepção de um destino comum Terra-Humanidade e de sermos uma única espécie do homo sapiens sapiens e demens.

 

Notamos já os albores da fase ecozóico-espiritual da globalização. A ecologia integral e a vida em sua diversidade terão a centralidade, não mais a economia, a reverência face a todo criado e o novoacordo com a Terra, vista como Mãe e um super Organismo vivo, que devemos cuidar e amar, valores profundamente espirituais. Cresce a noção de que somos aquela porção da Terra viva que num alto grau de complexidade começou a sentir, a pensar, a amar e a venerar. Terra e Humanidade formamos uma única entidade, como bem testemunharam os astronautas de suas naves espaciais.

 

Chegou o momento, como profetizava o arqueólogo e cientista Pierre Teilhard de Chardin ainda em 1933:”A idade das nações já passou. Se não quisermos morrer é a hora de sacudir velhos preconceitos e construir a Terra”. Ela é a nossa única Casa Comum que temos como enfatizou o Papa Francisco em sua encíclia “Sobre o cuidado da Casa Comum”(2015). Não temos outra.

 

Estamos ouvindo preconceitos bizarros dos futuros governantes e de ministros de que a globalização é uma trama dos comunistas para dominar o mundo. Estes são aqueles que, segundo Chardin,  não cuidam em construir a Casa Comum, mas se fazem reféns de seu pequeno e mesquinho mundo, do tamanho de suas cabeças parcas de luz.

 

Se eles não conseguem ver a nova estrela que irrompeu, o problema não é da estrela mas de seus olhos cegos.

 

Leonardo Boff escreveu “Destino e Desatino da Globalização” em: Do iceberg à Arca de Noé, Mar de Ideias,Rio 2010 pp. 41-63.

 

 

Imagen: http://nuevoaccion.com/articulos/donald-trump-y-el-antiglobalismo/ 

 

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