Urgencia del “Paz y Bien” de San Francisco para el Brasil actual

11 de Octubre de 2018

[Por: Leonardo Boff | Texto en español y portugués]




En nuestro país, en medio de un ambiente de mucho odio, destrucción de biografías y mentiras de todo tipo, vale la pena recurrir al espíritu de San Francisco de Asís, a su famosa Oración por la Paz y a su saludo de Paz y Bien. Era un ser que había purificado su corazón de toda dimensión de sombra, convirtiéndose en “el corazón universal... porque para él cualquier criatura era una hermana, unida a ella por lazos de cariño”, como escribió el Papa Francisco en su encíclica ecológica (n.10 y 11). Por dondequiera que pasaba saludaba a las personas con su “Paz y Bien”, saludo que quedó en la historia, especialmente en la de los frailes que empiezan sus cartas deseando Paz y Bien. 

 

Construyó lazos de paz y de fraternidad con el señor hermano Sol y con la señora Madre Tierra. Esta figura singular, quizás sea una de las más luminosas que el Cristianismo y el propio Occidente han producido. Hay quien lo llama el “último cristiano” o el “primero después del Único”, es decir, de Jesucristo. 

 

Con seguridad podemos decir que cuando el cardenal Bergoglio escogió el nombre de Francisco quiso apuntar a un proyecto de sociedad pacífica, de hermanos y hermanas reconciliados con todos los hermanos y hermanas de la naturaleza y de todos los pueblos. Al mismo tiempo pensaba en una Iglesia en la línea del espíritu de San Francisco. Este era lo opuesto al proyecto de Iglesia de su tiempo, que se expresaba por el poder temporal sobre casi toda Europa hasta Rusia, por inmensas catedrales, suntuosos palacios y grandes abadías.

 

San Francisco optó por vivir el evangelio puro, al pie de la letra, en la más radical pobreza, con una simplicidad casi ingenua, con una humildad que lo colocaba junto a la Tierra, en el nivel de los más despreciados de la sociedad, viviendo entre los hansenianos y comiendo con ellos de la misma escudilla.

 

Para aquel tipo de Iglesia y de sociedad confiesa explícitamente: “quiero ser un 'novellus pazzus', un nuevo loco”, loco por Cristo pobre y por la “señora dama pobreza”, como expresión de total libertad: nada ser, nada tener, nada poder, nada pretender. Se le atribuye la frase: “deseo poco y eso poco que deseo lo deseo poco”. En realidad era nada. Se consideraba “idiota, mezquino, miserable y vil”. 

 

A pesar de todas las presiones de Roma y de las internas de los propios cofrades que querían conventos y reglas, nunca renunció a su sueño de seguir radicalmente a Jesús, pobre junto a los más pobres.

 

La humildad ilimitada y la pobreza radical le permitieron una experiencia que viene al hilo de nuestras búsquedas: ¿es posible recuperar el cuidado y el respeto hacia la naturaleza? ¿Es posible una sociedad sin odios que incluya a todos, como él lo hizo con el sultán de Egipto que encontró en la cruzada, con la banda de ladrones, con el lobo feroz de Gubbio y hasta con la hermana muerte?

 

Francisco mostró esta posibilidad y que esta posibilidad era realizable al hacerse radicalmente humilde. Se colocó en el mismo suelo (humus= humildad) y al pie de cada criatura, considerándola su hermana. Inauguró una fraternidad sin fronteras: hacia abajo con los últimos, hacia los lados con los demás semejantes, independientemente de si eran papas o siervos de la gleba, hacia arriba con el sol, la luna y las estrellas, hijos e hijas del mismo Padre bueno. 

 

La pobreza y la humildad practicadas así no tienen nada de beatería. Suponen algo previo: el respeto ilimitado ante cada ser. Lleno de devoción sacaba a la lombriz del camino para que no fuera pisada, vendaba una rama rota para que se recuperara, alimentaba en el invierno a las abejas que revolotean hambrientas por allí.

 

No negó el humus original ni las raíces oscuras de donde venimos todos. Al renunciar a cualquier posesión de bienes o de intereses iba al encuentro de los demás con las manos vacías y el corazón puro, ofreciéndoles simplemente el saludo de Paz y el Bien, la cortesía, y el amor lleno de ternura. 

 

La comunidad de paz universal surge cuando nos situamos con gran humildad en el seno de la creación, respetando todas las formas de vida y a cada uno de los seres, pues todos poseen un valor en sí mismos, antes de cualquier uso humano. Esta comunidad cósmica, fundada en el respeto ilimitado, constituye el presupuesto necesario para la fraternidad humana, hoy sacudida por el odio y la discriminación de los más vulnerables de nuestro país. Sin ese respeto y esa fraternidad difícilmente la Constitución y la Declaración de los Derechos Humanos tendrán eficacia. Habrá siempre violaciones, por razones étnicas, de género, de religión y otras. 

 

Este espíritu de paz y fraternidad podrá animar nuestra preocupación ecológica de proteger a cada especie, a cada animal o planta, pues son nuestros hermanos y hermanas. Sin la fraternidad real nunca llegaremos a formar la familia humana que habita la “hermana y Madre Tierra”, nuestra Casa Común, con cuidado.

 

Esta fraternidad de paz es realizable. Todos somos sapiens y demens pero podemos hacer que lo sapiens en nosotros humanice nuestra sociedad dividida que deberá repetir: “donde haya odio que lleve el amor”.

 

Leonardo Boff teólogo, ex-fraile, y siempre franciscano, comentó La oración de San Francisco por la paz, Sal Terrae, 2ª edición, 2000. 

 

Traducción de Mª José Gavito Milano

 

*     *     *

 

A urgência do “Paz e Bem” de São Francisco para o Brasil atual

 

No nosso país, dentro de um ambiente de muito ódio, destruição de biografias e mentiras de todo tipo, vale recorrer ao espírito de São Francisco de Assis, à sua famosa Oração pela Paz e à sua saudação de Paz e Bem. Era um ser que havia purificado seu coração de toda a dimensão de sombra , tornando-se “o coração universal…porque para ele qualquer criatura era uma irmã, unida a ela por laços de carinho” como escreveu o Papa Francisco em sua encíclica ecológica (n.10 e 11). Por onde quer que passasse, saudava as pessoas com o seu”Paz e Bem”, saudação que ficou na história especialmente dos frades que começam suas cartas desejando Paz e Bem.

 

Construíu laços de paz e de fraternidade com o Senhor irmão Sol, e com a senhora Mãe Terra. Essa figura singular, seja talvez uma das mais luminosas que o Cristianismo e o próprio Ocidente já produziram. Há quem o chame de o “ultimo cristão” ou o “primeiro depois do Único” quer dizer, de Jesus Cristo.

 

Seguramente podemos dizer: quando o Cardeal Bergoglio escolheu nome de Francisco quis sinalizar um projeto de sociedade pacifica, de irmãos e irmãs, reconciliados com todos os irmãos e irmas da natureza e de todos os povos. A mesmo tempo, pensou numa Igreja na linha do espírito de São Francisco. Este era o oposto do projeto de Igreja de seu tempo que se expressava pelo poder temporal sobre quase toda a Europa até a Rússia, por imensas catedrais, suntuosos palácios e grandes abadias.

 

São Francisco optou por viver o evangelho puro, ao pé da letra, na mais radical pobreza, numa simplicidade quase ingênua, numa humildade que o colocava junto à Terra, no nível dos mais desprezados da sociedade vivendo entre os hansenianos e comendo com eles da mesma escudela.

 

Para aquele tipo de Igreja e de sociedade, confessa explicitamente: “quero ser um ‘novellus pazzus’, um novo louco”: louco pelo Cristo pobre e pela “senhora dama” pobreza, como expressão de total liberdade: nada ser, nada ter, nada poder, nada pretender. Atribui-se a ele a frase: “desejo pouco e o pouco que desejo é pouco”. Na verdade era nada. Considerava-se “idiota, mesquinho, miserável e vil”.

 

A despeito de todas as pressões de Roma e as internas dos próprios confrades que queriam conventos e regras nunca renunciou ao eu sonho de seguir radicalmente o Jesus, pobre junto com os mais pobres.

 

A humildade ilimitada e a pobreza radical lhe permitiram uma experiência que vem ao encontro de nossas indagações: é possível resgatar o cuidado e o respeito para com a naturezaÉ possível uma sociedade sem ódios que inclua a todos, como ele o fez: com o sultão do Egito que encontrou na cruzada, com o bando de salteadores, como lobo feroz de Gúbbio e até com a irmã morte?

 

Francisco mostrou esta possibilidade e sua realização. ao fazer-se radicalmente humilde. Colocou-se no mesmo chão (húmus=humildade) e ao pé de cada criatura, considerando-a sua irmã. Inaugurou uma fraternidade sem fronteiras: para baixocom os últimos, para os lados com os demais semelhantes, independente se eram Papas ou servos da gleba, para cima com o sol, a lua e as estrelas, filhos e filhas do mesmo Pai bom.

 

A pobreza e a humildade assim praticadas não têm nada de beatice. Supõem algo prévio: o respeito ilimitado diante de cada ser. Cheio de devoção, tirava a minhoca do caminho para não ser pisada, enfaixava um galhinho quebrado para que se recuperasse, alimentava no inverno as abelhas que esvoaçam por aí, famintas.

 

Não negou o húmus original e as raízes obscuras de onde todos viemos. Ao renunciar a qualquer posse de bens ou de interesses ia ao encontro dos outros com as mãos vazias e o coracão puro, oferecendo-lhes apenas o Paz e Bem, a cortesia, e o amor cheio de e ternura.

 

A comunidade de paz universal surge quando nos colocamos com grande humildade no seio da criação, respeitando todas as formas de vida e cada um dos seres pois todos possuem um valor em si mesmo, antes de qualquer uso humano. Essa comunidade cósmica, fundada no respeito ilimitado, constitui o pressuposto necessário para fraternidade humana, hoje abalada pelo ódio e pela discriminação dos mais vulneráveis de nosso país. Sem esse respeito e essa fraternidade dificilmente a Constituição a Declaração dos Direitos Humanos terão eficácia. Haverá sempre violações, por razões étnicas, de gênero, de religião e outras.

 

Este espírito de paz e fraternidade, poderá animar nossa preocupação ecológica de salvaguarda de cada espécie, de cada animal ou planta, pois são nossos irmãos e irmãs. Sem a fraternidade real nunca chegaremos a formar a família humana que habita a “irmã e Mãe Terra”, nossa Casa Comum, com cuidado.

 

Essa fraternidade de paz é realizável. Todos somos sapiens e demens mas podemos fazer com que o sapiens em nós humanize nossa sociedade dividida que deverá repetir:”onde há ódio que eu leve o amor”.

 

Leonardo Boff teólogo, ex-frade e sempre franciscano e comentou “A oração de São Francisco pela paz”, Vozes 1999.

 

 

Imagen: http://pazybienhoy2011.blogspot.com/2011/10/segundo-dia-del-triduo-en-honor-san.html 

 

Procesar Pago
Compartir

debugger
0
0

CONTACTO

©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.