Y sopló el Espíritu

06 de Julio de 2018

[Por: Juan Manuel Hurtado López]




Miradas, oídos y silencio para palpar el paso del Espíritu, para saborear el suave murmullo de la brisa. 

 

Descubrir el paso del Espíritu es un trabajo de miradas atentas a lo que acontece, de oídos al clamor del pueblo, de silencio y también de discernimiento.

 

Algo de esto aconteció en nuestra Asamblea Diocesana de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas los días 21 al 25 de mayo, en la que participamos 257 agentes de pastoral, hombres y mujeres de siete zonas pastorales integradas por ch’oles, tzeltales, tsotsiles y mestizos, con nuestro obispo Rodrigo a la cabeza. El tema central fue la espiritualidad diocesana ante los retos actuales.

 

Miradas a la realidad en las que se ha ido rompiendo el tejido social debido entre otras causas a los megaproyectos, a los partidos políticos, a los programas asistenciales del gobierno, a injusticias por la posesión de la tierra y a la globalización.

 

Oídos a los clamores del pueblo, a su sufrimiento. El grito de los migrantes que pasan por nuestro territorio, los gritos de quienes sufren la violencia del narcotráfico o la desaparición, las quejas de los familiares de más de 20 mil asesinados en el último año, los gritos de  quienes sufren la represión del Estado, son otros tantos gemidos del Espíritu que clama desde nuestra realidad en el sureste mexicano.

 

Con el análisis de la realidad descubrimos otros caminos, otras claves que debemos usar en este tiempo diferente. Se habló de “la crisis civilizatoria con los demás y con la naturaleza. Estamos viviendo el momento de inequidad más grande de la historia. Este modelo, como dice el Papa Francisco, ya no aguanta más. El llamado no es sólo a resistir, sino que están las claves de la alternativa. Y lo alternativo pasa por lo comunitario”.

 

Entonces, algunos caminos son: no confrontar agendas de trabajo con otros grupos o con otras luchas de quienes buscan un cambio a la hora de dar respuesta a los problemas; no querer ser siempre los protagonistas, trabajar en otros terrenos y con otros métodos, diferentes a aquellos con los que trabaja el Estado. Recoger la sabiduría de los pueblos originarios que siempre tienen un aporte cualificado y diferente. Y trabajar por construir la paz en su sentido profundo. Estas son sólo algunas de las luces que recogimos en nuestro análisis.

 

Podemos decir que nuestra mirada se amplió. Nuestro oído también escuchó voces nuevas. Voces venidas desde el testimonio de quienes trabajaron en estas tierras, desde Bartolomé de Las Casas, jTatic Samuel Ruíz García, catequistas y misioneros que enlodaron su pies en el barro de nuestras selvas, de nuestras montañas y valles. Pero también voces venidas “desde la gran tribulación”, desde la persecución y el sufrimiento, desde la difamación y el acoso, desde el destierro y el martirio. Sí, voces con autoridad, la autoridad que viene de los mártires, como nos decía Jon Sobrino, la autoridad que sólo da el testimonio.

 

Todos estos testimonios fueron agua fresca del Espíritu en nuestra Asamblea.

 

Y el silencio. Silencio necesario impuesto por la fuerza del testimonio, silencio para discernir, silencio para contemplar la obra del Espíritu en lo pequeño, en la vida cotidiana; silencio para buscar una posibilidad de desatar tantos nudos que esclavizan la vida de las comunidades. Silencio y tiempo, silencio y paciencia para entender.

 

Y luego, la Palabra de Dios que sonaba nueva desde estos nuevos desafíos de la realidad y la palabra siempre fresca y motivante del papa Francisco.

 

De esta Asamblea todos los agentes de pastoral salimos contentos, entusiasmados, motivados y con esperanza. Podemos afirmar entonces: “Y sopló el Espíritu”.

 

 

Imagen: https://sipaz.wordpress.com/tag/felipe-arizmendi-esquivel/ 

Procesar Pago
Compartir

debugger
0
0

CONTACTO

©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.