Con el Papa Francisco termina la Iglesia occidental y comienza la Iglesia universal

21 de Marzo de 2018

[Por: Leonardo Boff | Texto en español, portugués y alemán]




Han pasado ya cinco años del papado de Francisco, obispo de Roma y Papa de la Iglesia universal. Muchos han hecho balances  minuciosos y brillantes sobre esta nueva primavera que ha irrumpido en la Iglesia. Por mi parte enfatizo solo algunos puntos que interesan a nuestra realidad.

 

El primero es la revolución hecha en la figura del papado, vivida en persona por él mismo. Ya no es el Papa imperial con todos los símbolos heredados de los emperadores romanos. Francisco se presenta como simple persona, como quien viene del pueblo. Sus primeras palabras de saludo fueron decir a los fieles “buona sera”: buenas noches. A continuación, se presentó como obispo de Roma, llamado a dirigir en el amor a la Iglesia que está en el mundo entero. Antes de dar él la bendición oficial, pidió al pueblo que lo bendijese. Se fue a vivir no a un palacio –lo que habría hecho llorar a Francisco de Asís– sino a una casa de huéspedes. Y come allí con ellos.

 

El segundo punto importante es anunciar el evangelio como alegría, como superabundancia de sentido de vivir y menos como doctrina de los catecismos. No se trata de llevar a Cristo al mundo secularizado, sino de descubrir su presencia en él por la sed de espiritualidad que se nota en todas partes.

 

El tercer punto es colocar en el centro de su actividad tres polos: el encuentro con Cristo vivo, el amor apasionado por los pobres y el cuidado de la Madre Tierra. El centro es Cristo, no el Papa. El encuentro vivo con Cristo tiene primacía sobre la doctrina. 

 

En vez de la ley anuncia incansablemente la misericordia y la revolución de la ternura, como lo dijo a los obispos brasileros en el viaje a nuestro país.

 

El amor a los pobres lo expresó en su primera intervención oficial: “cómo me gustaría que la Iglesia fuese la Iglesia de los pobres”. Fue al encuentro de los refugiados que llegan a la isla de Lampedusa en el sur de Italia. Allí dijo palabras duras contra cierto tipo de civilización moderna que ha perdido el sentido de la solidaridad y ya no sabe llorar por el sufrimiento de sus semejantes.

 

Suscitó la alarma ecológica con su encíclica Laudato Si: sobre el cuidado de la Casa Común (2015), dirigida a toda la humanidad. Muestra clara conciencia de los peligros que corren el sistema-vida y el sistema-Tierra. Por eso expande el discurso ecológico más allá del ambientalismo. Dice enfáticamente que debemos hacer una revolución ecológica global (n.5). La ecología es integral y no solo verde, pues involucra a la sociedad, la política, la cultura, la educación, la vida cotidiana y la espiritualidad. Une el grito de los pobres con el grito de la Tierra (n. 49). Nos invita a sentir como nuestro el dolor de la naturaleza, pues todos estamos interligados y envueltos en un tejido de relaciones. Nos pide «alimentar una pasión por el cuidado del mundo… una mística que nos anime, unos móviles interiores que impulsen, motiven, alienten y den sentido a la acción personal y comunitaria» (n. 216). 

 

El cuarto punto significativo ha sido presentar a la Iglesia no como un castillo cerrado y cercado de enemigos, sino como un hospital de campaña que acoge a todos sin reparar en su extracción de clase, de color o de religión. Una Iglesia en permanente salida hacia los otros, especialmente hacia las periferias existenciales que abundan en todo el mundo. Ella debe servir de aliento, infundir esperanza y mostrar a un Cristo que vino a enseñarnos a vivir como hermanos y hermanas, en el amor, la igualdad, la justicia, abiertos al Padre que tiene características de Madre de misericordia y de bondad.

 

Por último, muestra clara conciencia de que el evangelio se opone a las potencias de este mundo que acumulan absurdamente, dejando en la miseria a gran parte de la humanidad. Vivimos bajo un sistema que coloca el dinero en el centro, que es asesino de los pobres y depredador de los bienes y servicios de la naturaleza. Contra ellos tiene las palabras más duras. Dialoga con todas las tradiciones religiosas y espirituales. En el lavatorio de los pies del Jueves Santo estaba una niña musulmana.

 

Quiere a las Iglesias, con sus diferencias, unidas en el servicio al mundo, especialmente a los más desamparados. Es el verdadero ecumenismo de misión.

 

Con este Papa que “viene del fin del mundo” termina una Iglesia occidental y comienza una Iglesia universal, adecuada a la fase planetaria de la humanidad, llamada a encarnarse en las distintas culturas y construir ahí un nuevo rostro a partir de la riqueza inagotable del evangelio.

 

*Leonardo Boff es teólogo, filósofo y ha escrito Francisco de Asís-Francisco de Roma,  la irrupción de la primavera, Mar de Ideias, Río 2013. 

 

Traducción de Mª José Gavito Milano

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Com o Papa Francisco termina a Igreja ocidental e começa a Igreja universal

 

Passaram-se já cinco anos do papado de Francisco, bispo de Roma e Papa da Igreja universal. Muitos fizeram balanços minuciosos e brilhantes sobre essa nova primavera que irrompeu na Igreja. De minha parte enfatizo apenas alguns pontos que interessam à nossa realidade.

 

O primeiro deles é a revolução feita na figura do papado, vivida em pessoa por ele mesmo. Não é mais o Papa imperial com todos os símbolos, herdados dos imperadores romanos. Ele se apresenta como simples pessoa como quem vem do povo. Sua primeira palavra de saudação foi dizer aos fiéis”buona sera”: boa noite. Em seguida, anunciou-se como bispo de Roma, chamado a dirigir no amor a Igreja que está no mundo inteiro . Antes de ele mesmo dar a benção oficial, pediu que o povo o abençoasse. E foi morar não num palácio – o que teria feito chorar Francisco de Assis – mas numa casa de hóspedes. E come junto com eles.

 

O segundo ponto importante é anunciar o evangelho como alegria, como superabundância de sentido de viver e menos como doutrinas dos catecismos. Não se trata de levar Cristo ao mundo secularizado. Mas descobrir sua presença nele pela sede de espiritualidade que se nota em todas as partes.

 

O terceiro ponto é colocar no centro de sua atividade três pólos: o encontro com o Cristo vivo, o amor apaixonado  pelos pobres e o cuidado da Mãe Terra. O centro é Cristo e não o Papa. O encontro vivo com Cristo tem o primado sobre a doutrina.

 

Em vez da lei anuncia incansavelmente a misericórdia e  a revolução da ternura, como o disse, falando aos bispos brasileiros em sua viagem ao nosso país.

 

O amor aos pobres foi expresso na sua primeria intervenção oficial:”como gostaria que a Igreja fosse a Igreja dos pobres”. Foi ao encontro do  refugiados que chegavam à ilha de Lampeduza no sul da Itália. Ai disse palavras duras contra certo tipo de civilização moderna que perdeu o sentido da solidariedade e não sabe mais chorar sobre o sofrimento de seus semelhantes.

 

Suscitou o alarme ecológico com sua encíclica Laudato Si:sobre o cuidado da Casa Comum (2015), dirigida a toda a humanidade. Mostra clara consciência dos riscos que o sistema-vida e o sistema-Terra correm. Por isso expande o discurso ecológico para além do ambientalismo. Diz enfaticamente que devemos fazer uma revolução ecológica global(n.5). A ecologia é integral e não apenas verde, pois involucra a sociedade, a política, a cultura, a educação, a vida cotidiana e a espiritualidade. Une o grito dos pobres com o grito da Terra(n. 49). Convida-nos a sentir como nossa a dor da natureza,  pois todos somos interligados e envolvidos numa teia de relações. Convoca-nos a “alimentar uma paixão pelo cuidado do mundo….uma mística que nos anima, nos impele, motiva e encoraja e dá sentido à ação pessoal e comunitária”(n. 216).

 

O quarto ponto significativo foi apresentar a Igreja não um castelo fechado e cercado de inimigos, mas um hospital de campanha que a todos acolhe sem reparar sua extração de classe, de cor ou de religião. É uma Igreja em permanente saida para os outros especialmente para as periferias existenciais que grassam no mundo inteiro. Ela deve servir de alento, infundir esperança e mostrar um Cristo que veio para nos ensinar a viver como irmãos e irmãs, no amor, na igualdade, na justiça, abertos ao Pai que tem características de Mãe de misericórdia e de bondade.

 

Por fim, mostra clara consciência de que o evangelho se opõe à potências desse mundo que acumulam absurdamente, deixando na miséria grande parte da humanidade. Vivemos sob um sistema que coloca o dinheiro no centro e que é assassino dos pobres e um depredador dos bens e serviço da natureza. Contra esses tem as mais duras palavras. Dialoga com todas as tradições religiosas e espirituais. No lava-pés da Quinta-Feira Santa estava uma menina muçulmana.

 

Quer as Igrejas, com suas diferenças, unidas no serviço ao mundo especialmente aos mais desamparados. É o verdadeiro ecumenismo de missão.

 

Com esse Papa que “vem do fim do mundo” se encerra uma Igreja ocidental  e começa uma Igreja universal, adequada à fase planetária da humanidade, chamada a encarnar-se nas várias culturas e construir ai um novo rosto a partir da riqueza inesgotável do evangelho.

 

Leonardo Boff é teólogo, filósofo e escreveu Francisco de Assis-Francisco de Roma,  a irrupção da primavera, Mar de Ideias, Rio 2013.

 

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Mit Papst Franziskus endet die Kirche des Westens und beginnt die universelle Kirche

 

Das Pontifikat von Franziskus, dem Bischof von Rom und Papst der universellen Kirche, besteht nun seit fünf Jahren. Viele detaillierte und brillante Schilderungen wurden bereits über diesen neuen Frühling gemacht, der in der Kirche anbrach. Für meinen Teil möchte ich nur einige Punkte hervorheben, die für uns von Bedeutung sind.

 

Im ersten Punkt geht es darum, wie die Rolle des Papstes in der Gestalt, wie Franziskus selbst sie ausfüllt, revolutioniert wurde. Er ist nicht länger der herrschende Papst mit allen Machtsymbolen, die er von den römischen Kaisern geerbt hatte. Franziskus selbst tritt als eine einfache Person auf, als jemand, der zum Volk gehört. Seine ersten Grußworte, die er ans Volk richtete, waren “buona sera“: “Guten Abend“. Dann stellte er sich als der Bischof von Rom vor, der gerufen ist, liebevoll die Kirche weltweit zu leiten. Bevor er den offiziellen Päpstlichen Segen erteilte, bat er das Volk um dessen Segen. Er wählte, nicht in einem Palast zu leben – das könnte Franz von Assisi zum Weinen gebracht haben -, sondern in einem Gästehaus. Und dort nimmt er zusammen mit allen Gästen seine Mahlzeiten ein. 

 

Der zweite wichtige Punkt ist die freudvolle Verkündigung des Evangeliums, eher als ein Überfließen des guten Lebens denn als eine Doktrin des Katechismus. Es geht nicht darum, Christus in die säkularisierte Welt zu bringen, sondern darum, die Präsenz Christi in der Welt zu entdecken im Dürsten nach Spiritualität, das überall sichtbar ist. 

 

Der dritte Punkt behandelt drei Pfeiler im Zentrum seiner Aktivität: die Begegnung mit dem lebendigen Christus, die leidenschaftliche Liebe zu den Armen und die Achtsamkeit für Mutter Erde. Im Mittelpunkt steht Christus, nicht der Papst. Die lebendige Begegnung mit Christus hat Vorrang über der Doktrin.

 

Anstatt Recht und Gesetz verkündigt er unermüdlich Barmherzigkeit und die Revolution der Zärtlichkeit, wie er den Bischöfen auf seiner Reise durch Brasilien sagte. 

 

In seiner ersten offiziellen Verkündigung drückte er die Liebe zu den Armen aus: “Wie wünschte ich, die Kirche sei eine Kirche der Armen”. Er traf die Flüchtlinge, die auf der Insel Lampedusa im Süden Italiens strandeten. Dort gebrauchte er strenge Worte für eine gewisse Art der modernen Zivilisation, die ihren Sinn für Solidarität verloren hat und nicht mehr in der Lage ist, über das Leid der Anderen zu weinen.

 

Mit seiner Enzyklika “Laudato Si: über die Sorge für das gemeinsame Haus“ (2015), die er an die ganze Menschheit richtete, schlug er ökologischen Alarm. Diese Enzyklika zeigt ein deutliches Bewusstsein für die Risiken, denen das Leben und die Erdsysteme ausgesetzt sind. Dazu weitet er den ökologischen Diskurs über den Umweltschutz hinaus aus. Er betont, dass wir eine globale ökologische Revolution (Nr. 5) ausrufen müssen. Ökologie ist ganzheitlich und nicht nur grün, denn sie umfasst die Gesellschaft, Politik, Kultur, Bildung, alltägliches Leben und Spiritualität. Sie vereint den Schrei der Armen mit dem Schrei der Erde (Nr. 49). Sie lädt uns ein, den Schmerz der Natur als unseren eigenen zu spüren, denn wir sind alle in einem Beziehungsnetzwerk miteinander verknüpft und verbunden. Papst Franziskus ruft uns auf “eine Leidenschaft für die Achtsamkeit für die Welt zu nähren … eine Mystik, die uns antreibt, innere Anschübe, die uns bewegen, motivieren, ermutigen und den persönlichen wie den gemeinsamen Aktionen Sinn verleihen“ (Nr. 216).

 

Beim vierten wichtigen Punkt geht es darum, die Kirche nicht als eine Festung zu zeichnen, die von Feinden umgeben ist, sondern als ein Feldlazarett, das allen zu Diensten ist ohne nach Klasse, Hautfarbe oder religiöser Überzeugung zu fragen. Eine Kirche, die sich stets auf die Anderen zu bewegt, insbesondere auf die Menschen an den zahlreichen existenziellen Peripherien der Welt. Die Kirche muss als ein Ansporn sein, um zur Hoffnung zu ermutigen und einen Christus aufzuzeigen, der gekommen ist, um uns zu lehren, als Brüder und Schwestern in Liebe, Gleichberechtigung, Gerechtigkeit und Offenheit zum Vater zu leben, der die Eigenschaften einer Mutter der Barmherzigkeit und Güte besitzt. 

 

Abschließend zeigt der Papst mit klarem Bewusstsein, dass das Evangelium im Gegensatz steht zu den Mächten dieser Welt, die bis zur Absurdität Reichtum anhäufen, während sie einen Großteil der Menschheit im Elend zurücklassen. Wir leben in einem System, das Geld in den Mittelpunkt gerückt hat, das die Armen tötet und sich den Gütern der Natur als Raubtier zeigt. Für sie hat Franziskus die harschesten Worte. Er steht im Dialog mit allen religiösen und spirituellen Traditionen. Bei der Zeremonie der Fußwaschung am Gründonnerstag war auch ein kleines muslimisches Mädchen.

 

Papst Franziskus möchte, dass die Kirchen sich in ihrer Unterschiedlichkeit im Dienst an der Welt vereinen, vor allem im Dienst an den Hilflosesten. Dies ist die wahre Ökumene in Mission.

 

Mit diesem Papst, der “vom Ende der Welt kommt”, findet die Kirche des Westens ein Ende, und eine universelle Kirche beginnt, die zum planetarischen Zeitalter der Menschheit passt, gerufen, sich in den unterschiedlichen Kulturen zu inkarnieren und dort ein neues Gesicht zu finden, beginnend beim unerschöpflichen Reichtum des Evangeliums.

 

 

Leonardo Boff
Ökologe-Theologe-Philosoph

 Erdcharta-Kommission

 

Imagem: http://blogs.periodistadigital.com/elbaronrampante.php/2018/03/13/papa-francisco-cinco-anos-de-reformas-po 

 

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