NÚCLEO 10: Fe y política desde Jesús

22 de Julio de 2021
[Escuelita Bendita Mezcla]

1. Contemplar a los poetas sociales: fe y lucha

Me llamo José Morales Vázquez, soy del Estado de Chiapas, en una comunidad que se llama paraíso de Grijalva. El sistema político, el poder político, el capitalismo como nosotros hemos adoptado decirle, piensan por ellos, están dispuestos a destruir el mundo por ellos. Entonces nosotros tenemos que decidirnos a construir ese mundo por nosotros y por ellos también. Eso es lo que nos diferencia de ellos, que ellos piensan en ellos, luchan por ellos, y nosotros luchamos por nosotros y luchamos por ellos. Pero eso lo da la fe, lo da esa escuelita, eso lo da esa experiencia.

2. Entramar saberes: políticos al modito de Jesús

 

‘Nosotros luchamos contra la opresión y no odiamos a los opresores.  Eso nos diferencia. El otro mundo posible’. 

 

La década de los 60 del siglo pasado fue una irrupción, un cambio de época por muchas vías: el mayo Francés, el asesinato del Che, la guerra Fría, América Latina en llamas; la disputa entre el capital y el trabajo se había tensado. En ese contexto, la fe cristiana del tercer mundo ‘da la cara’ frente a las opresiones, sale a la palestra pública, choca de frente contra intereses concretos y acompaña luchas por la vida en muchos rincones. La teología de la liberación se vuelve la expresión más cristalina de ese encuentro, que hoy se revigoriza desde los nuevos gritos, frente a los nuevos opresores, junto a las valientes luchas. Desde NuestrAmérica, frente a todos los fundamentalismos de ayer y siempre, abrazamos la política de cuerpo entero, como creyentes y militantes. 

 

Comida, salud, relaciones sociales. La vuelta a Jesús, es la vuelta a su práctica. 

 

2. Caminar el compromiso creyente en comunidad y desde abajo 

 

ROMA, última década del siglo primero. Por orden del emperador Domiciano, se ha implantado por primera vez la adoración a la divinidad del Cesar. La noticia llega hasta el último rincón del imperio, lo mismo que la orden de escarmiento para quien se atreva a desoírla. 

 

El movimiento cristiano, todavía pequeño pero bastante consolidado vive horas de prueba. Están decididos a no agachar la cabeza frente a otro que no sea Jesucristo, el único Dios y Señor. Son conscientes que al tomar esta  decisión cometen un crimen de lesa majestad contra el emperador –asébeia-  al negarle su carácter divino. Esta negativa también corre para las demás deidades del panteón que sostienen lo invisible de toda la ideología romana. Al poner en tela de juicio los fundamentos del aparato político-religioso del Imperio y sus dirigentes,  la fe cristiana se torna políticamente subversiva. 

 

Las consecuencias no tardarán en llegar. A mediados de los años 90’  habrá de desatarse la   segunda persecución a los cristianos, pequeña en proporciones pero firme en los objetivos.  Frente a la avanzada del poder, no será sencillo para los cristianos mantenerse en las convicciones, sobre todo para los miembros de las comunidades de la capital romana. Por el desborde de la presencia militar, serán las más hostigadas.  

 

Justo en este tiempo y por el respeto ganado en su trabajo de referente durante muchos años, un tal Clemente será elegido como cabeza de estas comunidades eclesiales con epicentro en Roma. Es un liberto de la servidumbre durante la dinastía de los flavios (69-96 dC). De posible raíz judía, se unió al movimiento a través de las iglesias fundadas por Pablo apasionándose con la fe en Jesús y trabajando en la consolidación de las comunidades ya existentes. En medio de la tempestad, este  hombre será el encargado de mantener a los cristianos animados y unidos. Serán años muy difíciles. Las bajas del movimiento serán importantes. Como con la detención Jesús, muy pronto irán por la cabeza: Clemente será probado en su fe.  Tras su detención, será desterrado a Crimea siendo obligado a trabajar como esclavo junto a otros dos mil cristianos llegados de diversas partes en las canteras centrales del imperio. Cuentan las leyendas que a pesar de su avanzada edad, el incansable Clemente no paró un segundo de dar testimonio: cada momento de descanso era utilizado para profesar su fe en Jesús, esta que vibraba en su propia historia y que no distinguía entre hombres o mujeres, judíos o griegos, libres o esclavos. 

 

El final de Clemente será una parábola en sí misma. Decretada su muerte, tras ser arrojado al mar Negro con un ancla en el cuello, después de unos días su cuerpo será devuelto a la orilla. Casi a modo de resurrección. En medio de la clandestinidad, será recogido por algunos de sus compañeros, luego enterrado y muchos  años más tarde, trasladado de regreso a Roma. 

 

Argentina, julio del 2005. El Equipo Argentino de Antropología Forense creado en 1984, anuncia al país el hallazgo de tres cuerpos de mujeres desaparecidas durante la dictadura militar que fueron enterrados en el  cementerio de un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires. La noticia  esperanzadora, asombra a todos al saber los cuerpos pertenecen a la fundadora del movimiento de Madres de Plaza de Mayo y a dos cofundadoras:  Azucena Villaflor de Devicenti,  Esther Ballestrino de Careaga y a María Eugenia Ponce de Bianco.  Con Villaflor a la cabeza, las tres fueron identificadas en diciembre de 1977 por Afredo Astiz un joven marino infiltrado en el movimiento de mujeres  que al comienzo de su historia, se reunía en la iglesia de la Santa Cruz, de los padres pasionistas, en el barrio de San Cristóbal. Bajo el pseudónimo de ‘Gustavo Niño’ y con la excusa de ser el hermano de un desaparecido, se ganó la  confianza del grupo esperando el  momento oportuno.

 

Desde abril de 1977 las madres venían encontrándose en la Plaza de Mayo para organizar sigilosamente la búsqueda de sus hijas e hijos desaparecidos por las fuerzas oscuras de la dictadura argentina. Así lo cuenta Aída Bogó, otra madre fundadora:

 

“Apenas producido el golpe se llevaban cincuenta por noche. Inevitablemente comenzamos a encontrarnos en los mismos lugares a los que íbamos que eran iglesias, los hospitales, el Ministerio del Interior, los juzgados, todos esos lugares que eran habituales de las Madres. Un día, antes del 30 de abril, estaban catorce madres esperando en la Iglesia de Retiro que yo llamo de la aeronáutica. Todos pasaban, uniformados o curas mirándonos como con desprecio e indiferencia. Estuvimos así mucho tiempo. Entonces, Azucena (Villaflor), que tenía mucho temperamento, se cansó de tal forma que se levantó y dijo: ‘¿Qué hacemos aquí? ¡Vamos a la Plaza! Creo que si no hubiese pasado esto, si ella no tenía esa reacción y nos despabilaba, quizás tampoco hubieran existido las Madres”.

 

Para diciembre del mismo año estaban a punto de sacar la primera solicitada pública, que abarcaba casi 900 casos de desapariciones forzadas. Comenzaba un proceso de denuncia abierta para romper las cerraduras impuestas por la dictadura que llegaría a su culmen en el contexto del mundial de futbol a realizar en este país en julio del 78’. En este terrible contexto de persecución y de complicidad de la Iglesia institucional con las fuerzas represivas, la Santa Cruz cumplió un rol esencial ofreciéndose como refugio estratégico para encarnar la resistencia. Las madres y demás familiares entraban en la misa de la noche, y salían en la de la mañana permaneciendo allí toda la noche  temerosas y confiadas, pero también organizadas. Como Jesús en el Getsemaní. 

 

El 8 de ese mes, durante la misa por de la Asunción de la Virgen en la cual terminarían de recaudar fondos para la solicitada, el joven Astiz les tendió la emboscada. Como un Judas, tras marcar con un beso a dos de las mujeres, los escuadrones de la muerte esperaron a la salida para tender la emboscada. Ese día desparecieron 9 familiares del movimiento, entre ellas dos de las madres fundacionales, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco. En los dos días siguientes desaparecerían tres miembros más del grupo, entre ellas, la fundadora Azucena Villaflor completando así ‘los doce de la Santa Cruz’. Igual que los apóstoles. 

 

Luego de ser detenidas en los campos de exterminio, las tres mujeres fueron arrojadas en los temibles vuelos de la muerte. A pesar del ancla que debía dejarlas para siempre en el fondo del  Río de la Plata, las madres fueron llevadas hacia adentro del mar y devueltas por sus corrientes hacia la orilla de las costas de Santa Teresita. Allí serían encontradas y enterradas como NN por vecinos de la pequeña localidad. En el mayor de los sigilos.

 

La  parábola del movimiento de mujeres habría de cerrarse con una escena preciosa de  resurrección. De la mano del equipo de Antropología Forense, verdaderos ángeles encargados de correr la piedra, las Madres Fundadoras saldrían por fin de su sepulcro para anunciarnos la reanudación sistemática de los Juicios por Delitos de Lesa Humanidad. 

 

Por fin paz y justicia volverían a encontrarse. 

 

En el principio, siempre estuvieron las mujeres. 

 

Equipo de Bendita Mezcla

Una escuelita de Fe y Política

 

Pd1: ‘Convencimiento’ de Teresa Parodi, nos resuena desde el Sur-global. (audio)

Pd2: Adjunto en PDF ‘Fe y política. Problema de método teológico’, José Comblin, Brasil, en Revista Latinoamericana de Teología (RLT).  (texto)

Pd3: En los altos de Chiapas, celebran una Eucaristía en el aniversario número 15 del levantamiento Zapatista, entre diáconos y diaconisas, en plena ‘Iglesia autóctona’.  (foto)

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