Mi nombre es Ivar Ortega, mi comunidad Ciriminuelas. Voy a contar mi triste historia de un problema de salud. Hace tres años, un poco más, de tener una vida tranquila, una vida saludable entre la familia, un día por otro resultó mi compañera con un gran dolor de cabeza y casi todo el cuerpo. Entonces hemos acudido a los centros de salud, a los hospitales, también por los médicos caseros, hemos ido hasta la Argentina, a los hospitales. Nada, no había solución. Entonces habíamos pasado como medio año en Argentina buscando la solución, pero ha sido imposible.
2. La pregunta por el sufrimiento de lxs de abajo
Theresa Denger es teóloga y una gran mezcladora: casada con un argentino tiene dos hijos y una hija, todxs salvadoreñxs. Desde su vida y sus saberes, nos ayuda a profundizar en la historia de Ivar y el problema del mal:
Y viéndolos de lejos y de cerca, alguna gente se pregunta, ¿cómo es posible que personas tan buenas y sinceras como Ivar y su esposa caminen en tinieblas? ¿Por qué pasa eso? ¿Por qué tienen que sufrir tanto? Y pronto se alzan unas voces piadosas que se preocupan por encontrar una causa a ese sufrimiento y por dar una explicación fácil: “Ustedes han pecado, están en deuda con Dios. Dios les está castigando.” Y frases como éstas se escuchan mucho en nuestro alrededor: “algo habrá hecho”; “en algo estaba metido” “y por qué andaba afuera a estas horas, y vestida así – la culpa era suya”.
3. El misterio del mal desde nuestros gritos
Desde los tiempos más remotos, vuelan los Ángeles guardianes, siempre celosos de sus votos contra atropellos y desmanes, junto a las tumbas infantiles, junto a los tristes moribundos…
…pobres los Ángeles urgentes que nunca llegan a salvarnos, será que son incompetentes o que no hay forma de ayudarlos.
Cita con ángeles, Silvio Rodríguez, trovador cubano
‘Teodicea desde nuestros gritos’ es el núcleo que nos convoca en este tiempo en Bendita Mezcla, que nos impulsa a preguntarnos ¿dónde está el Dios que salva en medio de tanto sufrimiento eco-humano?, para dejarnos guiar, en este discernimiento, nos tomamos de la mano un gran maestro, Ivar Ortega, quien con su tono de voz cantado, paciente (como es el pueblo tarijeño en Bolivia) guía a Barbarita, su pareja, que hace más de tres años ha perdido la vista.
De la mano de Ivar aprendimos el corazón del método que proponemos en Bendita Mezcla: él tomó la palabra en una ronda de las mingas de teología popular, con una introducción sencilla nos hizo parte de su historia de vida. Nos llevó al núcleo de su experiencia creyente, compartiendo su grito, cuestionando las imágenes de Dios que nos imponen, y abrazando su fe para poder seguir esperando. Ivar lo narra en primera persona, viaja más de dos mil quinientos años, a la historia de sabiduría del pueblo hebreo donde se habla del sufrimiento de un justo, visita a Job desde su sabiduría popular, narra cómo esta historia se encarna en su propia vida:
La comunidad, algunos se dolían de nosotros… Entonces ellos decían: - ¿Cómo puede ser que esta mujer va sufriendo en esa manera y que la vida es una lástima? - Entonces, ciega totalmente, decían: - Quizá ustedes deben, un castigo de Dios. Ustedes deben algo, han alzado algo. Devuélvanlo. Por eso la señora está así.
Entonces, yo me di cuenta de ver que no había solución. Y también me daba cuenta de la historia de Job: cómo sufrió Job de ser una persona fiel a Dios, una persona enteramente de fe en Dios y a pesar de eso, perder todas sus pertenencias, incluso su salud en malas condiciones totalmente. Entonces, eso es lo que realmente yo me he dado cuenta: ¡esto no es castigo de Dios!, ¡Dios no castiga, Dios nunca nos castiga, Dios no nos azota!
Una locura a todas luces, ¿Qué tiene que ver la vida de un ganadero desdichado de Palestina y un campesino de Tarija? La enorme raíz de nuestra fe, permite un dialogo con más de dos siglos de distancia, un tejido inter-textual, que vuelve actual una sabiduría antigua y siempre nueva. Ivar es Job, Job es Ivar. La pregunta por el mal permanece, en la vida sufriente de nuestros pueblos, en sus gritos, en su lucha por la vida digna. Resuena desde el madero el grito potente: ‘Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?
¿Y qué hacen Ivar y Job frente a eso? Rechazan fuertemente la imagen de un Dios que castiga. En su intimidad preguntan y cuestionan a Dios, pelean con él, pero no dejan de hablar y de vivir con él. Y en medio de su crisis luchan contra el sufrimiento, tratan de volver a la vida. De este modo dan una respuesta práctica al problema que teóricamente no tiene solución – la teodicea. Dan testimonio de que la vida es santa y que vale luchar por ella, ya que no hay una divinidad que la defiende con la barrita mágica. Y dan testimonio de una esperanza contra toda esperanza, confiando firmemente que algún día vuelvan a tener vida en abundancia, ya que el futuro está en manos de Dios, quien, al final, será todo en todos (1 Cor 15,28), dejando sin lugar a toda negatividad.
Narrándonos un desenlace que opta por una fe de vida traducida en un acto de cuidado cotidiano, ‘Estoy dispuesto a pacienciar a mi compañera y la voy a cuidar hasta que Dios nos separe, hasta el último día… Dios verá…’ , una fe esperanzada en un sueño de Barbarita donde ‘Alguien le decía: Barbarita no tengas pena, vos vas a ver algún día y vas a ser feliz en t u vida, vas a ver algún día pero, de eso ella tiene esa experiencia de decir voy a ver y voy a ser felíz’. Ojalá este tomarnos de la mano de Ivar nos sostenga para habitar la historia donde también habita el mal, pero que la voz de Ivar y el sueño de Barbarita nos inspiren a decidir cómo vivir la realidad en clave de co-cuidado…
Los pueblos chapacos de la ‘chura Tarija’ expresan en su danza y sus ritos la importancia de tomarse de las manos, de hacer círculos abiertos que contienen la vida de la comunidad, marcados por los tonos intercalados de voz que guían el movimiento de la danza. Símbolos de co-cuidado colectivo que permite habitar la propia historia cuidando la vida cotidiana mientras los sueños impulsan nuevas realidades.
Eq. Coordinador BM
Pd: Jugar al abogado del diablo, es reconocer que lo dia-bolico existe: la fuerza que separa, que destruye la unidad, la potencia de los muros. La tarea esta semana parte de reconstruir los discursos sobre el mal, ponernos en la cabeza de los odiadores, reconstruir la mirada del que piensa diferente, llenar de colores un comic sobre esta disputa. Para eso, usaremos crayones, el material artístico que ha parido más obras de arte en la historia de la humanidad. Por eso, en el audio, un cuento para crayonear el mundo…
Por fin, la semana pasada, le sostuve la mano e hice una enorme marca roja con el crayón sobre una hoja de papel de diario. Y ¡ZAS! Comprendió. Una lucecita se encendió en un nuevo rincón de su cerebro. ¡SÍ! Y lo hizo otra vez él solo. Y otra vez. Y otra vez. Ahora, cuenta su madre, con una mezcla de placer y disgusto, no lo puede parar: deja su marca en todas las paredes de su existencia… donde él quiere y cada vez que quiere. Los crayones sumados a la imaginación (la capacidad para crear imágenes) equivalen a la felicidad cuando uno es niño. Objetos sorprendentes, los crayones. Un poco de cera derivada del petróleo, un poco de tintura, un poco de aglutinante, nada fuera de lo común. Hasta que uno le agrega la imaginación.
Robert Fulghum
Pie de foto: Los crayones jugaron un papel fundamental en todas las mingas de teología popular, sobre todo al momento de cartografear las comunidades, un momento profundo der VER, desde dentro y desde abajo. La foto que acompaña este tema, fue tomada en Montevideo, en la histórica parroquia de Santa Gema, comunidad de comunidades, en el Uruguay, en 2017.
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