TEMA 6. La teodicea desde nuestros gritos

03 de Setiembre de 2020
[Equipo de la Escuelita]

1. Un Job Chapaco nos interpela

Mi nombre es Ivar Ortega, mi comunidad Ciriminuelas. Voy a contar mi triste historia de un problema de salud. Hace tres años, un poco más, de tener una vida tranquila, una vida saludable entre la familia, un día por otro resultó mi compañera con un gran dolor de cabeza y casi todo el cuerpo. Entonces hemos acudido a los centros de salud, a los hospitales, también por los médicos caseros, hemos ido hasta la Argentina, a los hospitales. Nada, no había solución. Entonces habíamos pasado como medio año en Argentina buscando la solución, pero ha sido imposible.

2. La pregunta por el sufrimiento de lxs de abajo

 

Theresa Denger es teóloga y una gran mezcladora: casada con un argentino tiene dos hijos y una hija, todxs salvadoreñxs. Desde su vida y sus saberes, nos ayuda a profundizar en la historia de Ivar y el problema del mal:

 

Y viéndolos de lejos y de cerca, alguna gente se pregunta, ¿cómo es posible que personas tan buenas y sinceras como Ivar y su esposa caminen en tinieblas? ¿Por qué pasa eso? ¿Por qué tienen que sufrir tanto? Y pronto se alzan unas voces piadosas que se preocupan por encontrar una causa a ese sufrimiento y por dar una explicación fácil: “Ustedes han pecado, están en deuda con Dios. Dios les está castigando.” Y frases como éstas se escuchan mucho en nuestro alrededor: “algo habrá hecho”; “en algo estaba metido” “y por qué andaba afuera a estas horas, y vestida así – la culpa era suya”.

 

3. El misterio del mal desde nuestros gritos

 

Desde los tiempos más remotos, vuelan los Ángeles guardianes, siempre celosos de sus votos contra atropellos y desmanes, junto a las tumbas infantiles, junto a los tristes moribundos…

…pobres los Ángeles urgentes que nunca llegan a salvarnos, será que son incompetentes o que no hay forma de ayudarlos.

Cita con ángeles, Silvio Rodríguez, trovador cubano

 

La escuelita ‘Bendita Mezcla’ es un espacio de formación de frente a la realidad actual de NuestrAmérica desde comunidades creyentes y organizadas. El trasfondo creyente transforma todas nuestras preguntas (algunas más éticas, otras antropológicas, sociológicas o filosóficas en este caso), en preguntas teológicas. La pregunta por el misterio del mal en el mundo se complejiza con un lente creyente, no solo preocupa su existencia concreta, sino que nos lanzamos en una pregunta desesperada ¿Dónde estás vos, Diosito, amor de amores, cuando el mal se hace vivo en nuestros cueros?

 

La semana pasada aprendimos a tejer: profundizamos en clave narrativa, el dialogo entre la Biblia y la vida, dos textos que deben vivir entramados, para revelar su verdadero sentido. Aprender a leer los dos libros, uno encima del otro, y al revés, parece una de las llaves para desactivar los fundamentalismos religiosos que levantan la biblia en alto. Bendecir la mezcla es reconocer que nunca creamos de la nada, todo es impuro desde dentro, mixturado, encontrado, creado desde el tejido: sirva como ejemplo, la muestra de una de las tareas de lxs jóvenes de la semana pasada, que aparece en el pdf adjunto de esta página.

 

En el sexto movimiento de la escuelita, nos sale al paso Ivar. Es importante sostenerle la mirada a este ser humano, antes de seguir camino. Con Ivar aprendimos el corazón del método que proponemos hasta hoy: él tomó la palabra en una ronda de las mingas de teología popular, y contó el núcleo de su experiencia creyente, compartiendo su grito, cuestionando las imágenes de dios que nos imponen, y abrazando su fe para poder seguir esperando. Ivar lo narra en primera persona, viaja más de 2500 años, a la historia de sabiduría del pueblo hebreo donde se habla del sufrimiento de un justo, visita a Job desde su sabiduría popular, narra como en su carne se hace actual ese drama:

 

Entonces ellos decían: - ¿Cómo puede ser que esta mujer va sufriendo en esa manera y que la vida es una lástima? - Entonces, ciega totalmente, decían: - Quizá ustedes deben, un castigo de Dios. Ustedes deben algo, han alzado algo. Devuélvanlo. Por eso la señora está así. 

 

Entonces, yo me di cuenta de ver que no había solución. Y también me daba cuenta de la historia de Job: cómo sufrió Job de ser una persona fiel a Dios, una persona enteramente de fe en Dios y a pesar de eso, perder todas sus pertenencias, incluso su salud en malas condiciones totalmente. Entonces, eso es lo que realmente yo me he dado cuenta: ¡esto no es castigo de Dios!, ¡Dios no castiga, Dios nunca nos castiga, Dios no nos azota!

 

Una locura a todas luces, ¿Qué tiene que ver la vida de un ganadero desdichado de Palestina y un campesino de Tarija? La enorme raíz de nuestra fe, permite un dialogo con más de dos siglos de distancia, un tejido inter-textual, que vuelve actual una sabiduría antigua y siempre nueva. Ivar es Job, Job es Ivar. La pregunta por el mal permanece, en la vida sufriente de nuestros pueblos, en sus gritos, en su lucha por la vida. Resuena desde el madero el grito potente: ‘Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?

 

¿Y qué hacen Ivar y Job frente a eso? Rechazan fuertemente la imagen de un Dios que castiga. En su intimidad preguntan y cuestionan a Dios, pelean con él, pero no dejan de hablar y de vivir con él. Y en medio de su crisis luchan contra el sufrimiento, tratan de volver a la vida. De este modo dan una respuesta práctica al problema que teóricamente no tiene solución – la teodicea. Dan testimonio de que la vida es santa y que vale luchar por ella, ya que no hay una divinidad que la defiende con la barrita mágica. Y dan testimonio de una esperanza contra toda esperanza, confiando firmemente que algún día vuelvan a tener vida en abundancia, ya que el futuro está en manos de Dios, quien, al final, será todo en todos (1 Cor 15,28), dejando sin lugar a toda negatividad.   

 

Theresa se deja interpelar por la vida contada en primera persona, por el testigo Ivar, nuestro Job Chapaco (chapaco es un ser humano nacido en Tarija, al sur de Bolivia). Y como en los mejores pasos de baile, hace un movimiento desde lo concreto a la pregunta de fondo:

 

Dios no quita los tumores con sus manos, no destruye celdas de tortura y campos de concentración, no quita las armas, no para el calentamiento global… Y eso cuesta aceptar, no se logra entender y duele: ¿Por qué Dios no evita el sufrimiento?  ¿No es acaso bueno y poderoso? Y sí, pudiéramos decir en su defensa, Dios no es todopoderoso como lo deseamos o como lo afirmaron los filósofos griegos, pero ¿no es acaso el creador del mundo? Entonces, ¿en qué momento y por qué ha limitado su poder? Y sí, pudiéramos decir en su defensa, Dios quiere que los seres humanos seamos libres y por eso no evita que cometamos crímenes, pero ¿no es demasiado alto el precio de nuestra libertad? La pregunta de la teodicea cuestiona a Dios frente al sufrimiento inocente. Es un cuestionamiento ético, existencial y creyente. Y las respuestas buscan compaginar el poder y la bondad de Dios, son el intento de justificar a Dios por medio de un juicio de la razón, de ahí viene el término griego (theo = Dios; dike = justicia).

 

Estamos en el corazón del espanto: Dios no ha detenido el virus, Dios no ha derrotado una pandemia que acumula muertos en casi todos los rincones del planeta, Dios no ha salvado a miles y miles de ancianos que han muerto en soledad. Esa soledad ha desvelado desigualdades escalofriantes que ya existían. El mundo después de la pandemia, un mundo enfermo aunque el bicho se vaya, seguirá destruyendo la tierra, descartando a millones, jugando al lujo mientras muchxs pasan hambre. En ese mundo, donde el mal tiene una palabra, estamos convocados a crear, desde dentro y desde el borde, con todos nuestros colores, caminos posibles. Salimos a narrar las historias de vida, que no ningunean la muerte, para disputar la interrupción, para empujar la vida desde dentro de la muerte. 

 

La experiencia del mal deja marcas en el cuero. Bien lo saben Job, el buen Jesús, Ivar y Barbarita y cada uno de nosotros. En la tensión que nos habita a todxs, de ser ‘un poco bueno, un poco malo’, salimos a jugar nuestra suerte en colectivo. La experiencia del mal nos duele, la experiencia de fe nos sana, nos libera, nos salva. Desde dentro y desde abajo, como lo recito nuestro querido Pedro Casaldáliga:

 

DENTRO DE AUSCHWITZ
¿Cómo
hablar de Dios
después de Auschwitz?,
os preguntáis vosotros,
ahí, al otro lado del mar, en la abundancia.
¿Cómo
hablar de Dios
dentro de Auschwitz?,
se preguntan aquí los compañeros,
cargados de razón, de llanto y sangre,
metidos en la muerte
diaria
de millones…

 

Francisco Bosch

Eq. Coordinador BM

 

Pd: Jugar al abogado del diablo, es reconocer que lo dia-bolico existe: la fuerza que separa, que destruye la unidad, la potencia de los muros. La tarea esta semana parte de reconstruir los discursos sobre el mal, ponernos en la cabeza de los odiadores, reconstruir la mirada del que piensa diferente, llenar de colores un comic sobre esta disputa. Para eso, usaremos crayones, el material artístico que ha parido más obras de arte en la historia de la humanidad. Por eso, en el audio, un cuento para crayonear el mundo

 

Por fin, la semana pasada, le sostuve la mano e hice una enorme marca roja con el crayón sobre una hoja de papel de diario. Y ¡ZAS! Comprendió. Una lucecita se encendió en un nuevo rincón de su cerebro. ¡SÍ! Y lo hizo otra vez él solo. Y otra vez. Y otra vez. Ahora, cuenta su madre, con una mezcla de placer y disgusto, no lo puede parar: deja su marca en todas las paredes de su existencia… donde él quiere y cada vez que quiere.  Los crayones sumados a la imaginación (la capacidad para crear imágenes) equivalen a la felicidad cuando uno es niño. Objetos sorprendentes, los crayones. Un poco de cera derivada del petróleo, un poco de tintura, un poco de aglutinante, nada fuera de lo común. Hasta que uno le agrega la imaginación.

Robert Fulghum

 

 

Pie de foto: Los crayones jugaron un papel fundamental en todas las mingas de teología popular, sobre todo al momento de cartografear las comunidades, un momento profundo der VER, desde dentro y desde abajo. La foto que acompaña este tema, fue tomada en Montevideo, en la histórica parroquia de Santa Gema, comunidad de comunidades, en el Uruguay, en 2017

 

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