TEMA 1. Eclesiología: comunidades narrativas

18 de Junio de 2020
[Equipo de la Escuelita]

1. Contemplar la poesía de los pueblos: ser escuchadorxs de la fe popular

Eustaquio nos presenta la Comunidad Rutilio Grande en Tajcuilujlán Nahuizalco. ‘El lugar donde nos reunimos esta sobre una loma, rodeado de árboles, cerca pasa el rio que utilizamos para regar nuestros cultivos; al principio cuando nos hicimos CEB no teníamos infraestructura, pero juntos logramos conseguir el material y entre todos construimos una capilla. Comúnmente nos reunimos los días sábados en pequeños grupos llamados sectores, para reflexionar temas, el día domingo todos los grupitos pequeños nos juntamos para la celebración de la palabra, somos alrededor de 45 personas (niñxs jóvenes y adultxs); a veces, cuando hay necesidad hacemos talleres en los cuales compartimos con la gente alguna comidita de lo que tenemos en nuestra casa, Luego los lunes y los viernes nos reunimos para enseñar música a los más jóvenes’.

2. Senti-pensar desde el relato: entramar sabidurías 

 

Nos interpela, Pablo Bonavía. Uruguayo, sacerdote del clero diocesano de Montevideo. Párroco de San  Antonino en Montevideo.  Profesor de teología en la Facultad Teológica del Uruguay, Integrante del Equipo Coordinador de Amerindia.

 

 

3. Poner los pies en tu barro: comenzar por ‘Casa’

 

Antes de empezar despertamos el olfato: buscamos recetas en diecisiete países de NuestrAmérica. Cada joven exploro en su comunidad, en sus familia y sus ancestros. Despertamos el olfato para recuperar la parabola central de ‘Bendita Mezcla’: en la comida compartida, en la comensalidad, se mezcla nuestra vida y se esconden las historias de nuestras identidades. Ese movimiento inaugural de la escuelita, dio como resultado un ‘empacho’ de sabores y oleres, que cruzan todo el continente. Pueden ver en: https://es.padlet.com/fhbochocho/BenditaMezcla (foto adjunta de esos manjares comunitarios). 

 

Ahora nos toca comenzar a hacernos preguntas sobre nuestra fe, desde historias de vida y sabidurías otras. Todas las historias que compartiremos en ‘la Escuelita’ son narraciones de comunidad, fueron contadas originalmente en las rondas de las mingas de teología popular que realizamos por años en NuestrAmérica. Se trata de historias Ekklesiales en sentido estricto: narraciones en primera persona que siempre son con otrxs, experiencias de fe como pueblo. 

 

Por eso comenzamos este itinerario de formación con un relato fuerte, que golpea de lleno la conciencia de quienes quieren ser fiel a Jesús, encarnando en cada tiempo y lugar sus opciones fundamentales. Vivir ‘eclesialmente’, caminando con otrxs (sinodalidad), en una comunión que no puede identificarse con sumisión. En América Latina, esta unidad que supera los conflictos tiene una larga tradición de amor y dolor, que todavía sigue abierta en preguntas y caminos.

 

Eustaquio, campesino miembro de una pequeña comunidad del municipio de Nahuizalco, al occidente de El Salvador (Sonsonate) nos comparte una historia de fe atravesada de tensiones. Una pequeña red de comunidades eclesiales comienzan a organizarse en el marco de los lineamientos diocesanos, desplegando las tareas de catequesis tradicional aunque priorizando la  concientización en el cuidado y la protección de la vida.  La llegada de un sacerdote (Reinaldo Lira) que acompaña bien de llenos estos procesos, empuja los niveles de compromiso comunitario en una localidad donde ‘defender el agua’ se torna un verdadero problema. En poco tiempo, presiones de todo tipo  se traducen en la expulsión de Reinaldo, en el envío de nuevos sacerdotes y en la excomunión de los miembros de esa toda esa comunidad local que 11 años después, sigue en pie de testimonio. Sin embargo, hay heridas pendientes de cerrar. También por fidelidad al evangelio. 

 

Pablo Bonavía, pastor y teólogo uruguayo, nos recuerda que en la tradición NuestrAmericana, de la cual ‘Bendita Mezcla’ se siente parte, hay una teología que no busca tanto hablar de Dios sino dejar hablar a Dios y escucharlo. Impactado por el relato de Eustaquio, que al contar esa historia comunitaria cuenta la historia de su propia fe, Pablo se atreve a narrarnos el cuento de un hombre que aprendió el ‘arte de hacer el fuego’ y que no quiso guardarlo para sí. Detrás de esa bellísima historia, bien puede reflejarse la del propio Jesús  de Nazaret, quien no pudo separar jamás su ardiente experiencia de Dios con ese deseo profundo de encender la vida de su pueblo. Quienes lo conocieron y amaron ¡y odiaron! pudieron ver de nuevo en Él la incandescencia (y los peligros) de aquella zarza ardiente de Moisés. Las opciones fundamentales de Jesús, siempre mantuvieron la coherencia del su gran objetivo: mantener vivo el sueño de una comunidad de iguales, bien despierta, bien fraterna, bien reconciliada y bien comprometida. 

 

Un hilo invisible de memoria narrativa une aquella lejana experiencia del artesano Jesús con la vida de tantísimas comunidades semejantes a la de Tajcuiluján, aquella donde Eustaquio y los suyos vuelven a contar-se una y otra vez la historia de aquel queridísimo hermano y maestro.  Es posible volver al fuego que está en la raíz de nuestra fe. Contando su vida y haciéndola carne, sencillos hombres y mujeres de la base, mantienen viva su esperanza, luchando contra toda esperanza.  

 

El círculo cuadrado de la tensión entre la iglesia Pueblo de Dios y la Iglesia jerárquica, sigue desafiándonos a pensar procesos fuertes desde la base, en una comunión que sea diversidad reconciliada. Aquí nos alumbra el mártir Rutilio Grande ‘Nos tenemos que salvar en racimo, en mazorca, en matata, osea ¡en comunidad!’. Cada comunidad, al narrar su historia de salvación (el núcleo de su fe, el pasó de Dios por su territorio) abre la posibilidad de una eclesiología desde abajo, desde las historias creyentes que sostienen la vida de nuestro pueblo y fortalecen el tejido social que puede salvarnos-juntos en tiempos de la miseria planificada y el ‘sálvese quien pueda’. 

 

Vamos a despertar el oído para salir a buscar las narraciones – fotos – cantos que descifran nuestra comunidad, cuentan su origen, pintan de lleno las causas que le dan sentido y hacen posible el encuentro, en medio de este mundo roto.  

 

 

Diego y Francisco
Equipo de coordinación
Escuelita ‘Bendita Mezcla’ 

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