19 de Marzo de 2010
Mi pueblo arde en las plazas públicas y las veredas, aterido por la inclemencia telúrica que cayó como una maldición en medio de la noche del 27 de febrero.
Mi pueblo es noble y sencillo. Como todos los pueblos del mundo. Sus madres persiguen el alimento para sus hijos. Así la noche agazapada huele a calor y hace invisible los terrores infantiles. Por Andrés Figueroa Cornejo
Mi pueblo arde en las plazas públicas y las veredas, aterido por la inclemencia telúrica que cayó como una maldición en medio de la noche del 27 de febrero. Mi pueblo es noble y sencillo. Como todos los pueblos del mundo. Sus madres persiguen el alimento para sus hijos. Así la noche agazapada huele a calor y hace invisible los terrores infantiles. Por Andrés Figueroa Cornejo
©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.