21 de Abril de 2016
[Por: Margot Bremer, rscj]
“Dijo el papa Francisco que ‘la Biblia nos recuerda que Dios escucha el clamor de su pueblo’. Estas palabras para los que acumulan y privatizan en sobreabundancia, son una seria advertencia. Sin embargo, para sus víctimas, despojados y privados de una vida digna, son una arenga esperanzadora.
Con este artículo quiero ilustrar cómo en el juicio a los 11 campesinos de Curuguaty, de cierto modo se refleja el juicio a Jesús de Nazaret, pobre y sin tierra como ellos. Para mantenerse en el poder y para justificar su riqueza ilícitamente amontonada, los así poderosos necesitan un ‘chivo expiatorio’ a quien pueden criminalizar y condenar; y eso son siempre los pobres, indefensos y excluidos de un sistema de dominación. Éstos deben morir moral, síquica y hasta físicamente para aquellos, en aras de sus propios intereses (…)”.
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[Por: Margot Bremer, rscj]
“Dijo el papa Francisco que ‘la Biblia nos recuerda que Dios escucha el clamor de su pueblo’. Estas palabras para los que acumulan y privatizan en sobreabundancia, son una seria advertencia. Sin embargo, para sus víctimas, despojados y privados de una vida digna, son una arenga esperanzadora.
Con este artículo quiero ilustrar cómo en el juicio a los 11 campesinos de Curuguaty, de cierto modo se refleja el juicio a Jesús de Nazaret, pobre y sin tierra como ellos. Para mantenerse en el poder y para justificar su riqueza ilícitamente amontonada, los así poderosos necesitan un ‘chivo expiatorio’ a quien pueden criminalizar y condenar; y eso son siempre los pobres, indefensos y excluidos de un sistema de dominación. Éstos deben morir moral, síquica y hasta físicamente para aquellos, en aras de sus propios intereses (…)”.
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