24 de Marzo de 2016
[Por: Marco A. Velásquez]
“(…) El sacerdocio ministerial, en su forma y configuración eclesial, no ha sido el mismo en la historia de la iglesia. Desde el servicio testimonial al pueblo de Dios, evolucionó hacia su clericalización, en un proceso histórico y paulatino que fue asimilando, cada vez más, las prerrogativas de la administración del poder eclesial.
En el extremo de dicha involución, el sacerdocio ministerial ha llegado a convertirse en signo de lo sagrado y en ícono de lo eclesial. En la antípoda, lo relativo al pueblo de Dios ha llegado a configurarse con lo profano y lo mundano. Tal asociación conceptual no es ficción, sino realidad inobjetable. Es la visión que el mundo tiene de la Iglesia; una mirada que importa mucho, porque ahí están los destinatarios de la tarea fundamental de la Iglesia (…)”.
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[Por: Marco A. Velásquez]
“(…) El sacerdocio ministerial, en su forma y configuración eclesial, no ha sido el mismo en la historia de la iglesia. Desde el servicio testimonial al pueblo de Dios, evolucionó hacia su clericalización, en un proceso histórico y paulatino que fue asimilando, cada vez más, las prerrogativas de la administración del poder eclesial.
En el extremo de dicha involución, el sacerdocio ministerial ha llegado a convertirse en signo de lo sagrado y en ícono de lo eclesial. En la antípoda, lo relativo al pueblo de Dios ha llegado a configurarse con lo profano y lo mundano. Tal asociación conceptual no es ficción, sino realidad inobjetable. Es la visión que el mundo tiene de la Iglesia; una mirada que importa mucho, porque ahí están los destinatarios de la tarea fundamental de la Iglesia (…)”.
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