[Publicado en taize.fr]
“«Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia» (Mateo 5, 7). A los misericordiosos, Jesús no promete nada más que lo que ya están viviendo: la misericordia. En todas las demás bienaventuranzas las promesas contienen algo añadido, llevan más lejos: quienes lloran serán consolados, los limpios de corazón verán a Dios. ¿Pero qué es lo que Dios podría dar todavía a los misericordiosos? La misericordia es plenitud de Dios y de los seres humanos. Los misericordiosos ya viven de la vida misma de Dios (…)”.
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“«Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia» (Mateo 5, 7). A los misericordiosos, Jesús no promete nada más que lo que ya están viviendo: la misericordia. En todas las demás bienaventuranzas las promesas contienen algo añadido, llevan más lejos: quienes lloran serán consolados, los limpios de corazón verán a Dios. ¿Pero qué es lo que Dios podría dar todavía a los misericordiosos? La misericordia es plenitud de Dios y de los seres humanos. Los misericordiosos ya viven de la vida misma de Dios (…)”.

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