04 de Febrero de 2016
[Por: Bernardo Barranco V. – La Jornada]
“El progresismo católico ha mirado con entusiasmo los giros y signos que el papa Bergoglio ha incrustado en su pontificado. En su toma de posesión al externar su célebre frase quiero una Iglesia pobre y para los pobres, contribuyó para que inmediatamente los católicos progresistas se identifiquen con el nuevo Papa. El nombre de Francisco, la sencillez, el alejamiento de los lujos principescos, los duros cuestionamientos a la economía internacional, los radicales mensajes a los movimientos populares, la publicación de Laudato si, han sido señales inequívocas de un giro que recupera el espíritu y la letra del Concilio Vaticano II (...)”.
Descargue el artículo.
[Por: Bernardo Barranco V. – La Jornada]
“El progresismo católico ha mirado con entusiasmo los giros y signos que el papa Bergoglio ha incrustado en su pontificado. En su toma de posesión al externar su célebre frase quiero una Iglesia pobre y para los pobres, contribuyó para que inmediatamente los católicos progresistas se identifiquen con el nuevo Papa. El nombre de Francisco, la sencillez, el alejamiento de los lujos principescos, los duros cuestionamientos a la economía internacional, los radicales mensajes a los movimientos populares, la publicación de Laudato si, han sido señales inequívocas de un giro que recupera el espíritu y la letra del Concilio Vaticano II (...)”.
Descargue el artículo.
©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.