“Los reyes miran la estrella, la siguen y se encuentran con el Niño-Dios, con María y José en un contexto de pobreza material, que no humana. Da igual que sean reyes, que sean sabios, que sean tres o cuatro, que vengan de Tartessos o del fin del mundo. Y aunque fuera una metáfora, ésta nos sirve. No importan las culturas diferentes, los status sociales,  ni los lenguajes. Nuestros personajes miran a cielo, se sienten en comunión con el Cosmos, se dejan guiar por las señales de la Hermana Tierra que, a su vez está unida al Dios- Niño en el pesebre. El Dios inseparable del Hombre. Prima la relación cosmoteándrica que nos ‘religa’ Dios-ser humano-cosmos y nos remite a nuestro Ser (…)”.
 
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“Los reyes miran la estrella, la siguen y se encuentran con el Niño-Dios, con María y José en un contexto de pobreza material, que no humana. Da igual que sean reyes, que sean sabios, que sean tres o cuatro, que vengan de Tartessos o del fin del mundo. Y aunque fuera una metáfora, ésta nos sirve. No importan las culturas diferentes, los status sociales,  ni los lenguajes. Nuestros personajes miran a cielo, se sienten en comunión con el Cosmos, se dejan guiar por las señales de la Hermana Tierra que, a su vez está unida al Dios- Niño en el pesebre. El Dios inseparable del Hombre. Prima la relación cosmoteándrica que nos ‘religa’ Dios-ser humano-cosmos y nos remite a nuestro Ser (…)”.

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