26 de Noviembre de 2015
[POR: MÁXIMO JOSÉ TREVISAN] Todavía hay, en este sorprendente, bélico y egocéntrico mundo, los sin envidia, los sin vanidad, los sin aspiración de poder. Son los capaces de vivir de lo mínimo con ojos y sueños en lo mayor y en lo más esencial de la vida. Peregrinos, luchan, intensa y perseverantemente, por la justicia y la paz. Anuncian que otro mundo es posible y tienen el tamaño de la misión y de la causa, que son su razón de vivir y de luchar. Ellos son diferentes. Ellos hacen la diferencia. No tienen en cuenta las dificultades y amarguras de la “caminhada”, los dolores y las heridas en los pies y en el corazón. No dejan morir la esperanza. La causa que los identifica es el compromiso con la dignidad y la justicia en un mundo mejor para los pobres, los excluidos, los desesperanzados, los carentes de todo o casi todo. Teolide (ochenta años el día 09 de diciembre de este 2015) tiene esa identidad.
[POR: MÁXIMO JOSÉ TREVISAN] Todavía hay, en este sorprendente, bélico y egocéntrico mundo, los sin envidia, los sin vanidad, los sin aspiración de poder. Son los capaces de vivir de lo mínimo con ojos y sueños en lo mayor y en lo más esencial de la vida. Peregrinos, luchan, intensa y perseverantemente, por la justicia y la paz. Anuncian que otro mundo es posible y tienen el tamaño de la misión y de la causa, que son su razón de vivir y de luchar. Ellos son diferentes. Ellos hacen la diferencia. No tienen en cuenta las dificultades y amarguras de la “caminhada”, los dolores y las heridas en los pies y en el corazón. No dejan morir la esperanza. La causa que los identifica es el compromiso con la dignidad y la justicia en un mundo mejor para los pobres, los excluidos, los desesperanzados, los carentes de todo o casi todo. Teolide (ochenta años el día 09 de diciembre de este 2015) tiene esa identidad.
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