12 de Noviembre de 2015
(Leonardo Boff) El cristianismo de naturaleza colonial, especialmente en las Américas, tenía además de su misión específicamente religiosa, una ineludible función social: por un lado, apaciguar a los pobres, disuadir a los revoltosos y hacerlos aceptar su condición de subordinados. Por otro lado, legitimar el poder de los gobiernos coloniales y los poderosos, y sacralizar sus decisiones políticas. Así se mantenía cierto orden que, bien analizado, era orden en el desorden, pues se fundaba en la desigualdad y en los privilegios, sin olvidar el carácter nefasto esclavista de la sociedad.
(Leonardo Boff) El cristianismo de naturaleza colonial, especialmente en las Américas, tenía además de su misión específicamente religiosa, una ineludible función social: por un lado, apaciguar a los pobres, disuadir a los revoltosos y hacerlos aceptar su condición de subordinados. Por otro lado, legitimar el poder de los gobiernos coloniales y los poderosos, y sacralizar sus decisiones políticas. Así se mantenía cierto orden que, bien analizado, era orden en el desorden, pues se fundaba en la desigualdad y en los privilegios, sin olvidar el carácter nefasto esclavista de la sociedad.
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