24 de Setiembre de 2015
(Leonarod Boff) El niñito sirio de 3 o 4 años yace ahogado en la playa, pálido y vestido todavía con su ropita de niño. De bruces y con la cara vuelta hacia un lado, como si quisiese respirar aún. Las olas tuvieron piedad de él y lo llevaron a la playa. Los peces, siempre hambrientos, lo respetaron porque también ellos se compadecieron de su inocencia. Ayslan Kurdi es su nombre. El padre no pudo sujetarlos y se le escaparon de las manos, tragados por las aguas.
(Leonarod Boff) El niñito sirio de 3 o 4 años yace ahogado en la playa, pálido y vestido todavía con su ropita de niño. De bruces y con la cara vuelta hacia un lado, como si quisiese respirar aún. Las olas tuvieron piedad de él y lo llevaron a la playa. Los peces, siempre hambrientos, lo respetaron porque también ellos se compadecieron de su inocencia. Ayslan Kurdi es su nombre. El padre no pudo sujetarlos y se le escaparon de las manos, tragados por las aguas.
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