07 de Noviembre de 2014
Al entrar en la sala del Capítulo (la asamblea general que reúne los delegados de los países donde nuestra Fraternidad está presente) entró a la sala con nosotros el mundo entero: Hemos escuchado a nuestros hermanos hablar de la guerra en Siria y en Irak y de la multitud de desplazados que lo han perdido todo; de la violencia de los grupos armados en Nigeria; del miedo y las muertes cotidianas en Colombia. Hemos escuchado hablar de los parados y de todos los que ya no llegan a vivir dignamente. Sentados entre nosotros estaban, también, los que intentan entrar en los países occidentales: hombres, mujeres, niños que mueren atravesando los desiertos o en el mar, en barcos sobrecargados, y aquellos que son bloqueados, retenidos, expulsados. Nos hemos contado, unos a otros, la diaria violencia en nuestros barrios y la miseria insuperable que deshumaniza. No sabemos quien dirige nuestro mundo; algunos “grandes” anónimos, “intereses” ocultos, que toman “desde arriba” decisiones que afectan duramente a los “de abajo”
Al entrar en la sala del Capítulo (la asamblea general que reúne los delegados de los países donde nuestra Fraternidad está presente) entró a la sala con nosotros el mundo entero: Hemos escuchado a nuestros hermanos hablar de la guerra en Siria y en Irak y de la multitud de desplazados que lo han perdido todo; de la violencia de los grupos armados en Nigeria; del miedo y las muertes cotidianas en Colombia. Hemos escuchado hablar de los parados y de todos los que ya no llegan a vivir dignamente. Sentados entre nosotros estaban, también, los que intentan entrar en los países occidentales: hombres, mujeres, niños que mueren atravesando los desiertos o en el mar, en barcos sobrecargados, y aquellos que son bloqueados, retenidos, expulsados. Nos hemos contado, unos a otros, la diaria violencia en nuestros barrios y la miseria insuperable que deshumaniza. No sabemos quien dirige nuestro mundo; algunos “grandes” anónimos, “intereses” ocultos, que toman “desde arriba” decisiones que afectan duramente a los “de abajo”
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