28 de Octubre de 2014
Pedro Miguel
Podrán capturar a José Luis Abarca, alcalde de Iguala con licencia (para fugarse), defenestrar al (todavía) gobernador Angel Aguirre Rivero y presentar a los medios a tres o cuatro capos de esa pequeña célula criminal que ha sido lanzada a la fama súbita –Guerreros unidos–, pero esta vez no va a resultarle tan fácil al régimen presentar sus medidas de control de daños como actos de justicia y soluciones de fondo. A 23 días de ocurridos los asesinatos y las desapariciones de estudiantes normalistas en esa ciudad guerrerense ya nadie cree que el gobierno no haya sido capaz de dilucidar el paradero de los secuestrados y se da por hecho que el peñato oculta la verdad de lo ocurrido con propósitos de especulación política. Si los organismos de seguridad del Estado conocen el paradero de los estudiantes levantados por la policía municipal ausente y no lo dicen, ello es prueba de una perversión mayúscula del poder; si no lo saben, es inevitable concluir que su ineptitud es plenamente disfuncional y ajena a cualquier cosa que pueda llamarse gobierno.
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Enviado a la página web de Redes Cristianas Puede ver la información completa en la siguiente dirección: http://www.jornada.unam.mx/2014/10/21/opinion/023a1mun
Pedro Miguel
Podrán capturar a José Luis Abarca, alcalde de Iguala con licencia (para fugarse), defenestrar al (todavía) gobernador Angel Aguirre Rivero y presentar a los medios a tres o cuatro capos de esa pequeña célula criminal que ha sido lanzada a la fama súbita –Guerreros unidos–, pero esta vez no va a resultarle tan fácil al régimen presentar sus medidas de control de daños como actos de justicia y soluciones de fondo. A 23 días de ocurridos los asesinatos y las desapariciones de estudiantes normalistas en esa ciudad guerrerense ya nadie cree que el gobierno no haya sido capaz de dilucidar el paradero de los secuestrados y se da por hecho que el peñato oculta la verdad de lo ocurrido con propósitos de especulación política. Si los organismos de seguridad del Estado conocen el paradero de los estudiantes levantados por la policía municipal ausente y no lo dicen, ello es prueba de una perversión mayúscula del poder; si no lo saben, es inevitable concluir que su ineptitud es plenamente disfuncional y ajena a cualquier cosa que pueda llamarse gobierno.
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