30 de Mayo de 2014
(Eduardo de la Serna) Cuando los seguidores de Jesús se encontraron sin su Maestro, no fue natural la búsqueda de un “heredero”. Por una parte estaba “Pedro”, alguien que había tenido una particular cercanía con Jesús, que había sido vocero de su grupo en más de una ocasión, y que los mismos más cercanos consideraban como lógico que lo sucediera. Pero por otro lado estaba Santiago; este no había estado con el grupo en los comienzos; es más, parece ser de los que no entendían a su pariente. Sin embargo, hacia el final de su ministerio es evidente que hay un acercamiento e incluso figura en las listas de los beneficiados con una aparición del resucitado. Siendo pariente era natural que lo sucediera, era algo habitual en su tiempo. Así tenemos dos importantes personajes que tenían motivos para sentirse los “representantes” del Señor, y probablemente ambos tuvieran sus seguidores.
(Eduardo de la Serna) Cuando los seguidores de Jesús se encontraron sin su Maestro, no fue natural la búsqueda de un “heredero”. Por una parte estaba “Pedro”, alguien que había tenido una particular cercanía con Jesús, que había sido vocero de su grupo en más de una ocasión, y que los mismos más cercanos consideraban como lógico que lo sucediera. Pero por otro lado estaba Santiago; este no había estado con el grupo en los comienzos; es más, parece ser de los que no entendían a su pariente. Sin embargo, hacia el final de su ministerio es evidente que hay un acercamiento e incluso figura en las listas de los beneficiados con una aparición del resucitado. Siendo pariente era natural que lo sucediera, era algo habitual en su tiempo. Así tenemos dos importantes personajes que tenían motivos para sentirse los “representantes” del Señor, y probablemente ambos tuvieran sus seguidores.
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