19 de Marzo de 2014
Con el fallecimiento de monseñor Carlos Camus Larenas, obispo emérito de Linares, ayer, domingo, atinge fase terminal toda una generación de pastores de la Iglesia Católica –iniciada en el pontificado de Juan XXIII, con la nominación del salesiano Raúl Silva Henríquez, en 1959, como obispo de Valparaíso y en 1961 como arzobispo de Santiago–, que se caracterizó por, al menos, lucidez, humanidad y valentía.
Con el fallecimiento de monseñor Carlos Camus Larenas, obispo emérito de Linares, ayer, domingo, atinge fase terminal toda una generación de pastores de la Iglesia Católica –iniciada en el pontificado de Juan XXIII, con la nominación del salesiano Raúl Silva Henríquez, en 1959, como obispo de Valparaíso y en 1961 como arzobispo de Santiago–, que se caracterizó por, al menos, lucidez, humanidad y valentía.
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