08 de Octubre de 2008
A casi dos décadas de la caída espectacular del muro de Berlín y de la proclama triunfante del sistema económico único, celebrado como si hubiéramos llegado al “fin de la historia”, el mejor de los mundos posibles, al parecer estamos llegando al “fin del fin” de una historia de dogmatismo económico, con la revelación de que el “dios mercado” no puede salvarse a sí mismo y tiene que recorrer a una dosis cuádruple de la sangre de sus propias víctimas, después de haberlas dejado por décadas en crónica inanición
A casi dos décadas de la caída espectacular del muro de Berlín y de la proclama triunfante del sistema económico único, celebrado como si hubiéramos llegado al “fin de la historia”, el mejor de los mundos posibles, al parecer estamos llegando al “fin del fin” de una historia de dogmatismo económico, con la revelación de que el “dios mercado” no puede salvarse a sí mismo y tiene que recorrer a una dosis cuádruple de la sangre de sus propias víctimas, después de haberlas dejado por décadas en crónica inanición
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