LA LIBERACIÓN DE LA TEOLOGÍATAREA PENDIENTE DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

19 de Setiembre de 2008

Medellín dio un impulso a las intuiciones audaces de la Teología de la Liberación. Los teólogos en aquel entonces se sintieron exigidos a hacer una teología pertinente para América Latina. Por tal razón J.L. Segundo (1974) hablaba de “combatir la metodología teológica tal como se la practica
en los centros del saber”, E. Dussel veía necesario “re-pensar la teología” para una época de postcristiandad,
H. Assman (1973) hacía caer en la cuenta que la noción de “liberación” era correlativa
a la noción de “dependencia” y J.C. Scannone afirmaba que la teología auténtica debía ser
histórica y práctica porque “el theos del cual ella dice el logos (en cuanto teo-logía) es el Dios de la
historia, y la palabra (logos) que ella articula es la palabra de Dios hecha carne, que entregó su
vida para liberar eficazmente a sus hermanos”. G. Gutiérrez (1976) afirmaba: “Una teología que no
tenga más puntos de referencia que ‘verdades’ establecidas de una vez por todas –y no la verdad
que es también camino- sólo puede ser estática y, a la larga, estéril (…). Por eso, la teología debe
ser un pensamiento crítico de sí misma, de sus propios fundamentos”.




Medellín dio un impulso a las intuiciones audaces de la Teología de la Liberación. Los teólogos en aquel entonces se sintieron exigidos a hacer una teología pertinente para América Latina. Por tal razón J.L. Segundo (1974) hablaba de “combatir la metodología teológica tal como se la practica en los centros del saber”, E. Dussel veía necesario “re-pensar la teología” para una época de postcristiandad, H. Assman (1973) hacía caer en la cuenta que la noción de “liberación” era correlativa a la noción de “dependencia” y J.C. Scannone afirmaba que la teología auténtica debía ser histórica y práctica porque “el theos del cual ella dice el logos (en cuanto teo-logía) es el Dios de la historia, y la palabra (logos) que ella articula es la palabra de Dios hecha carne, que entregó su vida para liberar eficazmente a sus hermanos”. G. Gutiérrez (1976) afirmaba: “Una teología que no tenga más puntos de referencia que ‘verdades’ establecidas de una vez por todas –y no la verdad que es también camino- sólo puede ser estática y, a la larga, estéril (…). Por eso, la teología debe ser un pensamiento crítico de sí misma, de sus propios fundamentos”.

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