26 de Julio de 2013
(Pablo Ordaz) Si no tiene miedo en el Vaticano, ¿por qué lo va a tener aquí?”. Marina está feliz. Acaba de llegar de Buenos Aires después de más de 50 horas de viaje en autobús junto a otros cientos de muchachos que no querían perderse por nada del mundo el encuentro en Río de Janeiro con su compatriota Francisco. Ella, a sus 18 años, formaba parte del gentío que el lunes por la tarde rodeó a Jorge Mario Bergoglio en el trayecto desde el aeropuerto a la Catedral. Dice Marina que, aunque las imágenes retransmitidas en directo por un helicóptero de la televisión pudieron provocar preocupación y hasta miedo, la sensación sobre el terreno fue muy distinta.
(Pablo Ordaz) Si no tiene miedo en el Vaticano, ¿por qué lo va a tener aquí?”. Marina está feliz. Acaba de llegar de Buenos Aires después de más de 50 horas de viaje en autobús junto a otros cientos de muchachos que no querían perderse por nada del mundo el encuentro en Río de Janeiro con su compatriota Francisco. Ella, a sus 18 años, formaba parte del gentío que el lunes por la tarde rodeó a Jorge Mario Bergoglio en el trayecto desde el aeropuerto a la Catedral. Dice Marina que, aunque las imágenes retransmitidas en directo por un helicóptero de la televisión pudieron provocar preocupación y hasta miedo, la sensación sobre el terreno fue muy distinta.
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