La osadía de Pablo: las mujeres

28 de Junio de 2013

(Eduardo de la Serna) Cuando Pablo se lanza al mundo a predicar el Evangelio, como es evidente, se encuentra con “un mundo”. Es decir, con una cultura, un modo de vivir, de celebrar, de festejar, un modo de relacionarse con las divinidades, de relacionarse con los demás pueblos y con las personas cercanas. Esto es lo que habitualmente se llama “cultura”. Para ser precisos, en la “cultura” de su tiempo, el ámbito del varón era el ambiente público, y el de la mujer, el “doméstico”. La “domus” (= casa) era el “lugar” de la mujer. Es verdad que entre los romanos, la mujer de la más alta sociedad tenía injerencia política, pero no era el caso de la mujer de la “plebs” (la plebe).  Además, aunque estemos en el Imperio Romano, Pablo se mueve en un ambiente mayoritariamente griego, en el que la mujer era todavía menos tenida en cuenta para la “cosa pública” (la res-publica, de donde viene “república”). 
 




(Eduardo de la Serna) Cuando Pablo se lanza al mundo a predicar el Evangelio, como es evidente, se encuentra con “un mundo”. Es decir, con una cultura, un modo de vivir, de celebrar, de festejar, un modo de relacionarse con las divinidades, de relacionarse con los demás pueblos y con las personas cercanas. Esto es lo que habitualmente se llama “cultura”. Para ser precisos, en la “cultura” de su tiempo, el ámbito del varón era el ambiente público, y el de la mujer, el “doméstico”. La “domus” (= casa) era el “lugar” de la mujer. Es verdad que entre los romanos, la mujer de la más alta sociedad tenía injerencia política, pero no era el caso de la mujer de la “plebs” (la plebe).  Además, aunque estemos en el Imperio Romano, Pablo se mueve en un ambiente mayoritariamente griego, en el que la mujer era todavía menos tenida en cuenta para la “cosa pública” (la res-publica, de donde viene “república”). 

 

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