Más cizaña que trigo

22 de Febrero de 2013

31 años ha que llegaba por segunda vez a la Ciudad del Vaticano Joseph Ratzinger. La primera fue para participar en el concilio Vaticano II como asesor teológico junto a colegas tan prestigiosos como Edward Schillebeeckx, Karl Rahner, Yves Mª Congar, Chenu, Bernhard Häring, Hans Küng y otros. Eran tiempos de reforma eclesial, a la que contribuyó eficazmente. La segunda vez era para quedarse sine die. La estación reinante en el Vaticano no era la primavera eclesial de la época del Vaticano II , sino el comienzo de una larga invernada que iban a encargarse de mantener el papa Juan Pablo II que le había llamado a su lado y él mismo en plena sintonía. El teólogo Ratzinger, nombrado cardenal por Pablo VI, llegaba entonces para sentarse en el sillón de mando de la todopoderosa Congregación para la Doctrina de la Fe para dictar sentencias, la mayoría de ellas condenatorias, contra sus compañeros: profesores de teología, de moral católica, de historia de la Iglesia, algunos colegas en la universidad y en el aula conciliar, acusados de errores graves en su interpretación de los dogmas del cristianismo.  Juan José Tamayo
 




31 años ha que llegaba por segunda vez a la Ciudad del Vaticano Joseph Ratzinger. La primera fue para participar en el concilio Vaticano II como asesor teológico junto a colegas tan prestigiosos como Edward Schillebeeckx, Karl Rahner, Yves Mª Congar, Chenu, Bernhard Häring, Hans Küng y otros. Eran tiempos de reforma eclesial, a la que contribuyó eficazmente. La segunda vez era para quedarse sine die. La estación reinante en el Vaticano no era la primavera eclesial de la época del Vaticano II , sino el comienzo de una larga invernada que iban a encargarse de mantener el papa Juan Pablo II que le había llamado a su lado y él mismo en plena sintonía. El teólogo Ratzinger, nombrado cardenal por Pablo VI, llegaba entonces para sentarse en el sillón de mando de la todopoderosa Congregación para la Doctrina de la Fe para dictar sentencias, la mayoría de ellas condenatorias, contra sus compañeros: profesores de teología, de moral católica, de historia de la Iglesia, algunos colegas en la universidad y en el aula conciliar, acusados de errores graves en su interpretación de los dogmas del cristianismo.  Juan José Tamayo

 

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