Una renuncia que se trasciende a sí misma.

15 de Febrero de 2013

Todavía es temprano para poder realizar una evaluación profunda del papado de Benedicto XVI, que culminará el 28 de febrero próximo, aunque su sorpresiva renuncia precipita la necesidad de unos primeros balances.
Cuando en abril de 2005 el Cardenal Joseph Ratzinger fue proclamado Papa, todo indicaba la profundización de la línea conservadora de su predecesor, durante cuyo papado se había desempeñado, con peculiar firmeza, como “guardián de la fe” al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Sin embargo, Ratzinger, ya devenido Benedicto XVI, desarrolló acciones y tuvo actitudes que muestran un papado con contraste, sobre un fondo conservador pero a la vez preocupado por la transformación del aparato de gobierno vaticano, la curia romana, la limpieza de la misma Iglesia en relación a los hechos de pederastia, y -pese a algunas censuras a teólogos y al intento de control de las religiosas de EEUU- la generación de espacios de diálogo plural que hubieran sido impensables en tiempos de Juan Pablo II. Por Néstor Da Costa




Todavía es temprano para poder realizar una evaluación profunda del papado de Benedicto XVI, que culminará el 28 de febrero próximo, aunque su sorpresiva renuncia precipita la necesidad de unos primeros balances.

Cuando en abril de 2005 el Cardenal Joseph Ratzinger fue proclamado Papa, todo indicaba la profundización de la línea conservadora de su predecesor, durante cuyo papado se había desempeñado, con peculiar firmeza, como “guardián de la fe” al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Sin embargo, Ratzinger, ya devenido Benedicto XVI, desarrolló acciones y tuvo actitudes que muestran un papado con contraste, sobre un fondo conservador pero a la vez preocupado por la transformación del aparato de gobierno vaticano, la curia romana, la limpieza de la misma Iglesia en relación a los hechos de pederastia, y -pese a algunas censuras a teólogos y al intento de control de las religiosas de EEUU- la generación de espacios de diálogo plural que hubieran sido impensables en tiempos de Juan Pablo II. Por Néstor Da Costa

Procesar Pago
Compartir

debugger
0
0

CONTACTO

©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.