El Jesús Del Papa

27 de Diciembre de 2012

En su autobiografía Mi vida (Recuerdos 1927-1977) (Ediciones Encuentro Madrid, 2005), Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) reconoce que el nombramiento de como  arzobispo de Munich y Frisinga, a punto de cumplir 50 años, le impidió llevar a cabo el trabajo teológico que estaba desarrollando. “Gusté –afirma- la alegría de poder decir algo mío nuevo y, al mismo tiempo, plenamente inscrito en la fe de la Iglesia, pero evidentemente no estaba llamado a terminar esta obra. En efecto, apenas estaba empezándola, fui llamado a otra misión”. Esto sucedía en 1977. Cuatro años después Juan Pablo II le citaba en Roma para encomendarle la presidencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde permaneció casi un cuarto de siglo velando por la ortodoxia, vigilando el trabajo teológico de antiguos asesores compañeros en el concilio Vaticano II, discípulos e incluso colegas, y condenando a algunos de los más cualificados cultivadores de la teología moral, de la teología de la liberación, de la teología de las religiones o, simplemente,  de la teología conciliar. Juan José Tamayo
 EL PAÍS-BABELIA, 22 de diciembre de 2012, p. 2
 




En su autobiografía Mi vida (Recuerdos 1927-1977) (Ediciones Encuentro Madrid, 2005), Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) reconoce que el nombramiento de como  arzobispo de Munich y Frisinga, a punto de cumplir 50 años, le impidió llevar a cabo el trabajo teológico que estaba desarrollando. “Gusté –afirma- la alegría de poder decir algo mío nuevo y, al mismo tiempo, plenamente inscrito en la fe de la Iglesia, pero evidentemente no estaba llamado a terminar esta obra. En efecto, apenas estaba empezándola, fui llamado a otra misión”. Esto sucedía en 1977. Cuatro años después Juan Pablo II le citaba en Roma para encomendarle la presidencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde permaneció casi un cuarto de siglo velando por la ortodoxia, vigilando el trabajo teológico de antiguos asesores compañeros en el concilio Vaticano II, discípulos e incluso colegas, y condenando a algunos de los más cualificados cultivadores de la teología moral, de la teología de la liberación, de la teología de las religiones o, simplemente,  de la teología conciliar. Juan José Tamayo

 EL PAÍS-BABELIA, 22 de diciembre de 2012, p. 2

 

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