27 de Setiembre de 2012
Los Obispos del Paraguay, como Pastores, nos identificamos con las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y mujeres de nuestro pueblo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren (Cfr GS 1). Conocemos los anhelos más profundos de nuestra comunidad creyente que busca afanosamente renovarse en la fe, aun en medio de las dificultades y contratiempos del arduo camino; conocemos de su aspiración, arraigada en la fe y la tradición Católica de nuestros padres, de renovarse interiormente en su adhesión a Jesucristo, que nos convoca y congrega en Su única Iglesia.
Los Obispos del Paraguay, como Pastores, nos identificamos con las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y mujeres de nuestro pueblo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren (Cfr GS 1). Conocemos los anhelos más profundos de nuestra comunidad creyente que busca afanosamente renovarse en la fe, aun en medio de las dificultades y contratiempos del arduo camino; conocemos de su aspiración, arraigada en la fe y la tradición Católica de nuestros padres, de renovarse interiormente en su adhesión a Jesucristo, que nos convoca y congrega en Su única Iglesia.
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