20 de Setiembre de 2012
A pesar de la implantación de una gran estructura eclesiástica (diócesis, parroquias, órdenes religiosas, Inquisición...) en toda América hispánica, después del Concilio de Trento (1565) (talvez con menor intensidad en la América portuguesa), lo que prevaleció fue, sin duda ninguna, una intensa práctica popular del catolicismo; un catolicismo donde el laico y la laica fueron sujetos en la organización de las “estructuras” necesarias para sus devociones: Hermandades, capillas, rezadoras y rezadores, romerías, etc. Sérgio Ricardo Coutinho
A pesar de la implantación de una gran estructura eclesiástica (diócesis, parroquias, órdenes religiosas, Inquisición...) en toda América hispánica, después del Concilio de Trento (1565) (talvez con menor intensidad en la América portuguesa), lo que prevaleció fue, sin duda ninguna, una intensa práctica popular del catolicismo; un catolicismo donde el laico y la laica fueron sujetos en la organización de las “estructuras” necesarias para sus devociones: Hermandades, capillas, rezadoras y rezadores, romerías, etc. Sérgio Ricardo Coutinho
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