«Erradicar las causas estructurales de la pobreza» – Exhortación del Papa León XIV sobre el amor a los pobres

23 de Noviembre de 2025

[Por: Francisco Aquino Júnior | Portal das CEBs]




La exhortación apostólica Dilexi Te (Yo te he amado) de León XIV, «sobre el amor a los pobres», habla del «compromiso con los pobres y con la transformación de las causas estructurales de la pobreza» (DT 2), del «cambio de mentalidades con implicaciones culturales» (DT 3) y de la «atención religiosa privilegiada y prioritaria» para con los pobres (DT 114). Estos son aspectos o dimensiones fundamentales del cuidado de los pobres en la Iglesia: asistencia y promoción, transformación de las estructuras sociales, cambio de mentalidad y atención religiosa.

 

De todas las dimensiones y formas de atención a los pobres, la más exigente y la que encuentra mayor dificultad e incluso oposición dentro de la Iglesia es la “erradicación de las causas sociales y estructurales de la pobreza” (DT 10). La más común es la asistencia social (ayuda inmediata). También existen numerosas obras de promoción (centros de rehabilitación, generación de ingresos, cultura, etc.). Pero cuando se trata de la lucha por la “transformación de la sociedad” (DT 97), las dificultades, la resistencia y la oposición son muchas. Si bien la asistencia social y la promoción son más sencillas y fáciles de llevar a cabo, y generan menos conflictos, e incluso pueden ser realizadas por personas y grupos que defienden y promueven políticas que concentran la riqueza y producen pobreza y miseria, la lucha por la transformación de la sociedad es mucho más difícil y compleja, requiere movilización y organización popular, y se enfrenta a conflictos con grupos y sectores dominantes. No hay que olvidar que muchos grupos dentro de la Iglesia que realizan una admirable labor de asistencia y promoción están vinculados a grupos y proyectos políticos que socavan los derechos humanos y nuestra casa común, destruyen los derechos laborales, promueven políticas que concentran la riqueza y aumentan la pobreza, o los apoyan. 

 

De ahí la importancia y la necesidad de considerar detenidamente esta dimensión del cuidado de los pobres en la Iglesia, que consiste en la lucha por la transformación de la sociedad y la superación de las causas estructurales de la pobreza. Esto exige tanto el reconocimiento de la pobreza como un hecho social, resultado de estructuras sociales injustas, como un compromiso social para transformar estas estructuras que producen pobreza y miseria en el mundo.

 

Es necesario reconocer que la pobreza no es una condición natural, producto del destino, y mucho menos la voluntad de Dios: «Los pobres no son pobres por casualidad ni por un destino ciego y amargo […]. Entre los pobres hay también, obviamente, quienes no quieren trabajar, quizá porque sus antepasados, que trabajaron toda su vida, murieron pobres. Pero hay muchos hombres y mujeres que trabajan de sol a sol, recogiendo cartón, por ejemplo, […] aunque saben que este esfuerzo solo les servirá para sobrevivir y jamás mejorará realmente sus vidas. No podemos decir que la mayoría de los pobres se encuentren en esta situación porque no hayan obtenido “méritos”, según la falsa concepción de la meritocracia, según la cual parece que solo quienes han tenido éxito en la vida poseen mérito» (DT 14). La causa más fundamental de la pobreza es estructural. León XIII habla aquí, con el episcopado latinoamericano, del «pecado social» o de las «estructuras de pecado que crean pobreza y desigualdades extremas» (DT 90-98).

 

Y es necesario afrontar las causas estructurales de la pobreza. Esto exige denunciar la dictadura de una economía que mata y las ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera (DT 92). Requiere un compromiso con la transformación de las estructuras injustas mediante la fuerza del bien, a través del cambio de mentalidades y, también, con la ayuda de la ciencia y la tecnología, mediante el desarrollo de políticas eficaces para la transformación de la sociedad (DT 97). Requiere reconocer que la realidad se comprende mejor desde las periferias y que los pobres son sujetos de una inteligencia particular, indispensable para la Iglesia y para la humanidad (DT 82). Requiere partir de los “lugares, espacios, casas y ciudades donde viven y caminan los pobres” (DT 96), reconocer a los “pobres como sujetos” (DT 99-102) y actuar con movimientos populares (DT 80-81) en la lucha “contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, tierra y vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales” (DT 81).

 

Es importante articular dentro de la Iglesia el servicio de asistencia y promoción junto con la lucha por la transformación de las estructuras sociales. Ciertamente, los carismas son diversos, lo cual es positivo tanto en la Iglesia como en la sociedad. Pero es una contradicción dedicarse al servicio de asistencia y promoción de los pobres y, al mismo tiempo, defender políticas e ideologías que justifican y fomentan la destrucción de los derechos sociales y laborales, los prejuicios y la violencia, la concentración de la riqueza y la destrucción de nuestra casa común. ¡La lucha por la justicia es una dimensión fundamental y un requisito de la fe cristiana!

 

Publicado en: https://portaldascebs.org.br/leao-xiv-sobre-o-amor-aos-pobres/?amp=1

Procesar Pago
Compartir

debugger
0
0

CONTACTO

©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.