31 de Octubre de 2025
[Por: Félix Grández Moreno]
Silvio Rodríguez estuvo en Lima y tal vez por ello esto no puede ser una oración, quisiera fuera una invocación de amor.
Una invocación en tres tiempos.
Primero :
“¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? ¡Él no está aquí! ¡Ha resucitado!”, le dijo el ángel a las mujeres que fueron a buscar a Jesús al sepulcro.
Este pasaje del evangelio de Lucas ha resonado en mí, en estos días, una y otra vez: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?”
Por eso al concluir esta celebración quiero decir “Andrés ha muerto” y, a continuación, decir también “Andrés está vivo”. ¡Ha resucitado!
Ha resucitado, así como resucitó Jesús, por el amor de Dios y también por el amor de todas las personas que lo conocen y dan testimonio de él de la forma como lo han hecho hoy, como lo hicieron en el responso de ayer, como lo manifiestan cientos de personas en las redes sociales en diferentes lugares y circunstancias.
Y así es como han resucitado también Gustavo Gutiérrez, Felipe Zegarra, Jorge Alvarez Calderón, Consuelo de Prado, Pilar Coll, Juan Dumont y Lucho Llontop, por mencionar a algunos de nuestros seres queridos. Y así es como resucitaremos todas y todos nosotros algún día.
Segundo:
Sacerdote, o cura como a él le gustaba decir; misionero; asesor de la Unec y del MPC, vicario pastoral de Cristo Redentor; profesor de teología, director del IPA en el sur andino; editor y corrector de textos más que escribidor; maestro, amigo, humanista, contador de historias, buen conversador, maestro de las ironías sutiles. Y decenas de cosas más. Todo eso es Andrés, pero por encima de todo: discípulo de Jesús.
Discípulo, seguidor, amigo de Jesús, esto es, un cristiano. Ni más ni menos.
Discípulo de Jesús, tanto que para hablar de Andrés hay que hablar de diferentes pasajes de la vida de Jesús.
Discípulo como muchos en la corriente de la Iglesia de los pobres, y discípulo también a su manera
A Andrés lo atraía Jesús por su capacidad de amar, por su libertad, por su testimonio.
El seguimiento de Jesús es la clave para entender a este hombre que entregó su vida a predicar por doquier que Dios es amor, un amor gratuito, un amor que todo lo puede y, a la vez, no puede nada sin la fraternidad y la solidaridad de todos nosotros.
Andrés se tomó en serio el pedido de vivir teniendo los mismos sentimientos de Jesús, de continuar la práctica de Jesús, de ser como Jesús y caminar junto a los pobres de la tierra.
En diferentes momentos Andrés reconoció su dificultad para expresar sus emociones. Podía pecar de parco en las palabras, pero no en la nitidez de sus gestos. Andrés rezumaba bondad. Era de aquellos que no se cansan de hacer el bien.
Una persona dotada de humanidad, una humanidad que viene de Jesús, de una humanidad nueva, anticipo de la que podemos y debemos construir. Basada en el reconocimiento del otro y no en el individualismo, en la solidaridad y no en el sálvese quién pueda.
Tercero y concluyo.
Cuando leí estas palabras a mi hija Marinés, como para darme seguridad antes de decirlas aquí, ella me dijo: “está muy bien, pero tienes que decir algo personal”. Bueno, aquí va.
Tomo prestadas para ello las palabras que Miguel Hernández escribió para su amigo Ramon Sijé y que hoy yo quiero decir para mi amigo Andrés:
"A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero".
Félix Grández Moreno
Jesús María, 29 de octubre de 2025
©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.