[Por: Edwin Aguiluz Mila | Caritas América Latina y el Caribe]
Cientos de millones de personas en el mundo pasan hambre. Mientras tanto, la acumulación de riqueza y la desigualdad crecen de modo imparable. Millones de familias deben salir de sus casas y tierras por motivos de la pobreza y de la guerra.
Miles de seres humanos, también niños, mueren bombardeados o ametrallados en conflictos bélicos. El narcotráfico genera innumerables crímenes de todo tipo. Se destruye la Casa Común de modo irracional por un modelo socioeconómico basado en el egoísmo: la atmósfera, los mares, los bosques, las especies y el ser humano mismo lo sufren. La corrupción impide que nuestros países puedan gozar de desarrollo humano para todos. Así las cosas, ¿tiene sentido esperar algo mejor? ¿Es razonable hoy hablar de esperanza? En esta reflexión intentamos responder a esta pregunta....
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