02 de Setiembre de 2025
[Por: Juan José Tamayo]
Políticamente hablando, Murcia es una región que parece estar abonada a las crecientes desigualdades sociales, al racismo, la xenofobia, la aporofobia y la islamofobia. Y no es precisamente porque la población murciana se caracterice por estas fobias. Todo lo contrario. Vengo visitando la región desde hace 40 años y conviviendo con personas y colectivos sociales, políticos y religiosos de Murcia y puedo confirmar que cuenta con una ciudadanía abierta, acogedora, hospitalaria, solidaria y respetuosa de la gran diversidad étnica, cultural, religiosa y lingüística que en ella existe. Ahí radican su riqueza y su atractivo.
¿A qué se deben entonces las fobias? Yo creo que es un problema político. El PP lleva gobernando en la Comunidad Autónoma Murciana los 30 últimos años, primero en solitario y después en colaboración y alianza con Vox. Pareciera que ambos partidos programaran los actos fóbicos para su repetición periódica. Hace unas semanas fue Torre Pacheco, ahora le ha tocado a Jumilla. ¿Cuál será la próxima parada? Todo depende del calendario excluyente que marque Vox al que suele plegarse el PP para seguir manteniendo el gobierno de la Comunidad. Los desencuentros y desacuerdos entre ellos terminan siempre en consensos.
¿Cuál es su modo de proceder? Primero elaboran discursos de odio, basados en fake news, contra los inmigrantes, mayoritariamente magrebíes y musulmanes, muchos de ellos con nacionalidad española. Luego los traducen en normativas restrictivas, que limitan sus derechos humanos, incluidos los sociales. Finalmente llaman a movilizaciones apoyadas por personas agitadoras venidas de fuera que atizan el fuego de la islamofobia yendo a la caza “del moro”, asaltando sus casas y creando el pánico en las poblaciones en las que hasta ese momento reinaba la convivencia pacífica y el respeto al pluriverso ideológico, cultural y religioso.
Ahora quien está en el punto de mira islamófobo es la población murciana de Jumilla, de 27.000 habitantes con una comunidad musulmana de entre 1500 y 2000 personas, que celebra desde hace varios años dos fiestas: la del final del Ramadán y la del Cordero en el polideportivo municipal. Son fiestas que cuentan con el respeto del pueblo y nunca han creado problema alguno. La comunidad musulmana paga “religiosamente” el canon fijado por el Ayuntamiento. Como condición necesaria para la aprobación de los presupuestos municipales Vox ha exigido al PP la prohibición de dichas fiestas en el polideportivo y el PP ha aprobado una normativa que ratifica dicha prohibición.
La alcaldesa ha justificado la prohibición en su deseo de “priorizar nuestra identidad y tradiciones”. Aquí es donde radica el problema: en la estrecha y excluyente concepción de la identidad española que tienen Vox y el PP, que identifican con el catolicismo. Tal identificación se demuestra en que, mientras se niega el uso del polideportivo a los musulmanes, se subvenciona a la Iglesia católica el mantenimiento de tres templos de la localidad jumillana. Yo pregunto a la alcaldesa cómo puede establecer tan crasa discriminación de la comunidad musulmana y el trato privilegiado a la Iglesia católica cuando el islam es una religión de notorio arraigo con la que el Estado español tiene un convenio firmado en 1992 y cuando la Constitución Española afirma que el Estado no tiene religión oficial (Art. 16.3).
Pero hay más: ¿cómo puede reducirse la identidad española al catolicismo cuando, con la historia en la mano, el islam ha conformado y sigue confirmando nuestra identidad, como demuestran su presencia durante siglos en España y las múltiples manifestaciones arquitectónicas, filosóficas, jurídicas, literarias, religiosas, filológicas, toponímicas e intelectuales musulmanas que constituyen una de las mayores riquezas culturales de nuestro país y son la mejor muestra de su plural identidad.
A la pregunta qué es la identidad, el politólogo polaco Symunt Bauman responde con lucidez: la identidad es como un mosaico al que le falta una tesela. ¡Excelente definición! Pues bien, en el caso de la identidad española bien puede afirmarse que la tesela que le falta es el islam, Por eso, coincido con el arabista Pedro Martínez Montávez en que el islam es nuestra alter-identidad. Y esto puede decirse con más razón todavía de Murcia, lugar donde nació Ibn Arabi, el más grande intelectual de la tradición sufí de todos los tiempos y el místico considerado universal por encima de la diferencia de credos.
Espero que la alcaldesa de Jumilla lea estas reflexiones, amplíe su estrecha concepción sobre nuestra identidad incorporando al islam y, en consecuencia, anule la normativa que prohíbe celebrar las dos fiestas islámicas anuales en el polideportivo de Jumilla. Así lo deseo y espero de su digna presidencia del Consistorio. De lo contrario tendría que retirarle el adjetivo que acabo de aplicarle.
Juan José Tamayo es teólogo de la liberación y profesor emérito honorífico de la Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es Cristianismo
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