Ni pesimismo ni optimismo, sino realismo esperanzador

19 de Julio de 2025

[Por: Francisco Aquino Júnior | Portal das CEBs]




Vivimos un momento dramático en la historia de la humanidad: creciente pobreza y miseria; sobreexplotación de la clase trabajadora; creciente desigualdad social; violencia de todo tipo y en todas partes; conflictos y guerras en todo el mundo; el genocidio del pueblo palestino; crímenes y catástrofes socioambientales; degradación política, crisis democrática; el auge de la extrema derecha fascista y gobiernos autoritarios; facciones, crimen organizado y un estado paralelo; una cultura de indiferencia y despilfarro; la manipulación y explotación de la religión para justificar prejuicios, injusticia, violencia y crímenes socioambientales. Y la letanía de los "hijos degradados de Eva" continúa... No es fácil diagnosticar y analizar la situación actual.

 

El economista Ladislau Dowbor habla de "una sorprendente convergencia de tendencias críticas, la sinergia de un conjunto de comportamientos comprensibles, pero profundamente irresponsables y a menudo criminales, que plagan nuestra pequeña nave espacial". Habla aquí de la articulación de "tres dinámicas que desequilibran estructuralmente el desarrollo y la calidad de vida en el mundo": "dinámicas ambientales", "creciente desigualdad" y "esterilización de los recursos financieros". Esto produce una crisis ambiental, social y económica que se manifiesta en "drama ambiental", "tragedia social" y "caos financiero". Por no hablar de la crisis política, en el contexto de los problemas globales y la ausencia de un sistema de gobernanza global.

 

El papa Francisco incluso describe nuestro tiempo como una "policrisis", evocando con este término "el dramatismo de la situación histórica que vivimos, donde convergen guerras, cambio climático, problemas energéticos, epidemias, fenómenos migratorios e innovación tecnológica. La intersección de estas criticidades, que simultáneamente afectan a diferentes dimensiones de la vida, nos lleva a cuestionar el destino del mundo y nuestra comprensión del mismo". En la encíclica Laudato Si', "sobre el cuidado de la casa común", aborda la crisis socioambiental. En la encíclica Fratelli Tutti, "sobre la fraternidad y la amistad social", aborda la crisis sociopolítica. Y en la exhortación apostólica Laudate Deum, "sobre la crisis climática", enfatiza la gravedad y urgencia del problema. Estos dos textos abordan la crisis socioambiental y político-cultural que vivimos: identifican síntomas y causas, ofrecen perspectivas éticas y espirituales para discernir esta situación y nos instan a buscar y construir caminos para afrontar y superar estas crisis.

 

Ante esta compleja y dramática situación, podemos reaccionar de muchas maneras. Podemos resignarnos , creyendo que no hay salida, que no vale la pena luchar, que debemos conformarnos con esta situación. Podemos indignarnos , criticando y quejándonos, pero sin movilizarnos ni organizarnos, buscando alternativas ni articulando la fuerza política para cambiar la situación. Y podemos luchar por la transformación de esta realidad , sin pesimismo trágico ni optimismo ingenuo, con realismo pero no fatalismo, buscando y construyendo alternativas económicas, socioambientales, culturales y políticas, en la línea de lo "viable sin precedentes" del que hablaba Paulo Freire: algo "sin precedentes" pero también "viable". 

 

Ariano Suassuna tiene razón cuando dice que «entre la indignación y la resignación, contamos con la esperanza para luchar siempre»: «No soy ni optimista ni pesimista. Los optimistas son ingenuos y los pesimistas, amargados. Soy un realista esperanzado». Esto implica mantener los pies en la tierra (el mundo no se cambia por arte de magia, ni la buena voluntad basta para cambiarlo). Pero también implica ver o imaginar más allá de lo dado y buscar/construir caminos y mediaciones para hacerlo realidad (así como la realidad actual es resultado de la acción humana, también puede ser transformada por la acción humana).

Como cristianos y como iglesias, tenemos mucho que aportar para transformar la realidad:

 

1.  cultivar y difundir valores ético-espirituales: respeto, ternura, cuidado, fraternidad, igualdad, solidaridad, perdón, justicia, derechos humanos;

2.  construir comunidades que sean verdaderamente lugar e instrumento de fraternidad en el mundo;

3.  promover la solidaridad con los pobres, marginados y sufrientes: en la proximidad, en la asistencia inmediata y en la lucha por los derechos;

4.  denunciando toda forma de injusticia y violencia: socioambiental, étnico-racial, de género-sexual, religiosa, etc.;

5.  apoyar y fortalecer los movimientos y organizaciones populares en la lucha por los derechos de los pobres y marginados, por la justicia socioambiental;

6.  promover una cultura de encuentro, diálogo, compasión, solidaridad y paz;

7.  ampliando siempre los horizontes de la vida como “peregrinos de la esperanza” que, anclados en la Esperanza que es Dios, caminan, movidos por su Espíritu, de esperanza en esperanza…

 

En resumen, ni pesimismo ni optimismo, sino esperanza activa y militante…

 

Publicado en: https://portaldascebs.org.br/nem-pessimismo-nem-otimismo-mas-realismo-esperancoso/

Procesar Pago
Compartir

debugger
0
0

CONTACTO

©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.