01 de Julio de 2025
[Por: Diego Irarrazaval CSC]
Resumen
Comento la ética ecológica y humanista, renovación eclesial, polifacética casa común, lo espiritual con calidad universal. Lo planteado por el entrañable Papa Francisco sobresale en nuestro acontecer andino. Comparto lo recibido durante décadas en ámbitos indígenas y mestizos en Perú, Chile, (y otras latitudes) donde se disfruta hospedaje, cuidados, y responsabilidades y en la creación divina.
Palabras claves
Ecología integral. Papa Francisco, Amabilidad social, Accionar andino. Oración.
1. Preliminar
Habiendo en el mundo tantas distancias y demarcaciones, se aprecian actitudes, enseñanzas, y espacios sin barreras. Al llegar a lugares lejanos, es maravilloso ser saludado “es tu casa, toma asiento y un refresco”. En regiones rurales y urbanas existen locales de carácter comunitario. También abundan enrejados y obstáculos migratorios. Arrecian descalabros de narcotráfico, guerra, de discriminación. En arduas circunstancias, ha sido admirable la actividad y magisterio del muy querido Papa Francisco. Aportes ante la crisis medioambiental y humanitaria, y convocatorias a paz con justicia. Ha respaldado una ecología integral; y ha empleado el amplio concepto de nuestra casa común, que reanima a la humanidad.
Francisco ha propuesto al mundo: “un verdadero planteo ecológico que se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS 49). También, (con respecto al desarrollo (para que sea integral) ha preguntado: “¿para qué, por qué, donde, cuando?” (LS 185). “La interdependencia nos obliga a pensar en un solo mundo, en un proyecto común” (LS 164), Son enseñanzas y cuestiones básicas. La casa es común es generada históricamente, y requiere discernimiento ético y programación local y mundial.
2. Ética primordial
Vivir bien es lo fundamental. El accionar ético confronta maldades y gestiona amabilidades. Por eso encaramos la generalizada degradación. “El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podemos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social que afecta a los más débiles del planeta” (LS 48). La ética/ecológica integral tiene dimensiones: ambiental, económica, social, cultural y de vida cotidiana; y su principio es el bien común (LS 137-162). “La opción preferencial por los pobres “hoy es una exigencia fundamental para la realización efectiva del bien común” (LS 158); es citado Benedicto VI: “junto a la leal solidaridad intergeneracional, la urgente necesidad moral de una renovada solidaridad intra-generacional” (L.S. 162).
La encíclica contrasta paradigmas. El tecnocrático (LS 101, 104, 106, 109) y el antropocéntrico LS 115 a 121) son criticados muy a fondo. Positivamente es delineado el paradigma del cuidado. “El amor lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que pretenden construir un mundo mejor … una cultura del cuidado que impregna toda la sociedad” (LS 231). La ecologia presupone antropología humana que sea humilde, eficaz, cogestionada, verificable, mediante responsabilidades. Lo más humano es responder al gratuito misterio de creación, de encarnación, de pascua, de pentecostés. Nos transmiten esperanza, y fundamentan la ética y espiritualidad que son alimentadas por el Evangelio.
En su Evangelii Gaudium (2013), Francisco habla de la Virgen Maria, que reconoció “las huellas del Espíritu de Dios en los grandes acontecimientos y también en aquellos que parecen imperceptibles; ella es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos” (EG 288). Esto ilumina labores actuales. En el complejísimo mundo donde habitamos, somos conducido por el Espíritu de Dios, fuente de esperanza concreta y universal.
3. Acontecer contemporáneo
La encíclica expone dramas socio-ambientales: “efectos laborales de algunas innovaciones tecnológicas, exclusión social, inequidad en la disponibilidad y el consumo de energía y de otros servicios, fragmentación social, crecimiento de la violencia, surgimiento de nuevas formas de agresividad social, narcotráfico y el consumo creciente de drogas entre los más jóvenes, la pérdida de identidad, silenciosa ruptura de los lazos de integración y de comunión social” (LS 46). “Es urgente el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de anhídrido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente” (LS 26). “El acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, y universal” (LS 30); hay “lugares que requieren un cuidado particular por su importancia para el ecosistema mundial y aseguran otras formas de vida” (LS 37). “Hace falta cuidar los lugares comunes, los marcos visuales y los hitos urbanos, que acrecientan nuestro sentido de pertenencia, nuestro sentimiento de estar en casa dentro de la ciudad” (LS 151). En la eucaristía, agradecemos el misterio de la encarnación. “el Señor, en el misterio de la Encarnación, quiso llegar a nuestra intimidad a través de un pedazo de materia, … para que en nuestro propio mundo pudiéramos encontrarlo” (LS 236). Una comunidad canta: Dios está aquí.
Las diferentes realidades (cosmopolita, rural, urbana, amazónica) tienen sus rasgos. En regiones andinas, es redimensionado lo ecológico. Durante décadas comparto temáticas con Vicenta Mamani, Dietmar Müsig, Sofia Chipana, Victor Bascope, Domingo Llanque, Maria Jose Caram.
Domingo Llanque a menudo decía: “somos un “pueblo ligado en amor con la tierra y con Dios”, “el encuentro con Dios se realiza en una vivencia integral porque abarca toda la existencia: trabajo, comunidad, salud, lucha, fiesta, fecundidad; se descubre a Dios en su múltiple respuesta a la problemática del ser humano; Dios es invocado sin contradecir las responsabilidades humanas”. (Vida y Teologia Andina, CBC, Cuzco, 2004, pgs. 123, 125). Vale decir, andamos con Dios.
Se han desentrañado modos andinos del convivir con y en Cristo, su crucifixión y su resurrección (presentes a lo largo de la historia). Vicenta Mamani entiende en positivo la ritualidad andina y la capacidad humana para ser fieles a Cristo (Mamani, Ritos Espirituales, La Paz. 2002 pgs. 105-110, 181-188). La importancia dada a lo ritual, es porque expresa la corporeidad andina en el cosmos y la historia, vividas de modo espiritual. La población no simplemente hace ceremonias; ella expresa modos de ser humano y creyente. Reconocemos en ritos andinos maneras de vivir el misterio cristiano; ello implica apreciar formas de celebrar la fe en Cristo mediante ritos, símbolos, sensibilidades, responsabilidades por la Vida.
En la gente común no hay una disyuntiva artificial: o creer en Pachamama o fe en Dios. Tampoco se trata de una adhesión panteísta a una diosa autóctona. Más bien, estamos ante el misterio de vivir. La madre-tierra es, no una entidad omnipotente; más bien se trata de la relacionalidad pluridimensional. Cabe recordar que La Trinidad y el contenido de nuestra fe son eminentemente relacionales. La Trinidad significa un Dios relacional; una teologa europea nos decía que personas creyentes somos agentes activos de la comunión relacional que nos constituye como personas abiertas a la trascendencia una y plural. Lo crucial es la calidad relacional de la verdad, y la fidelidad a la trascendencia.
Existen varias maneras de apreciar a la Madre-Tierra. Un agricultor me decia: “gracias a Pachamama estoy vivo y cuando tengo problemas siempre levanto el nombre de la Virgen María como protectora”; un habitante urbano añadió: “la energía divina es como una corriente que fluye y hace brotar, crecer, y nutre la vida no sólo de las personas, sino de todos los ecosistemas”. A su modo, personas tanto en ambientes campesinos como en los mestizajes urbanos manifiestan vínculos con Pachamama y fe en Dios. Es emocional y místico (“vivo gracias a Pachamama”); es ritual y sacramental (mediante cotidianas “ch´allas” y otras clases de ofrendas y ceremonias). Lo económico, político, cultural familiar, comunitario, hace referencia a Pachamama y al cristianismo. También se constata como estos vínculos disminuyen, y son resignificados por sectores urbanos y juveniles.
Otras actitudes van ganando terreno. La mercantilización de símbolos favorece el re-significar elementos andinos; bastante gente hace negocio con sus costumbres religiosas y con lo étnico. También existen frívolas modas, y desfiguración de planteamientos ecológicos.
Algunas voces eruditas reivindican “la diosa andina” y la contraponen al Dios cristiano. Todo esto no corresponde con la sacralización andina policéntrica y con calidad ética. La espiritualidad andina es inter-cultural, pluriforme, y cálida. Ella suscita reciprocidad, infunde sabiduría, ofrece señales, hace advertencias, y hasta se irrita. Ella sostiene un buen-vivir dialogando entre seres humanos y con el entorno natural y con seres espirituales. La Presencia benéfica es invocaday pensada, es matriz de labores socioeconómicas. Sobretodo es agradecida y celebrada. No es palabrería. Ella es Vida.
“El saber andino ha sido y tiende hoy a ser policéntrico, mítico y ritual, holístico y cambiante (Llanque, 2004, 81-82). La cosmovisión es pues inseparable del rito espiritual y de la ética solidaria. La bondad divina es apreciada al orar y realizar ceremonias, y al cotidianamente actuar recíprocamente. La acción cotidiana y la ética se entrelazan. la Madre Tierra es profanada cuando es cosificada o cuando es mal interpretada. Más bien con Ella cabe interactuar, agradeciendo lo que vivimos, y transformando lo que deshumaniza.
Esto nos lo enseñan personas y agrupaciones mestizas que interactúan con tradiciones cristianas y con entidades autóctonas, de modo respetuoso y espiritual.
Las cosas no son divinas; por eso el progreso es resignificado como un medio (entre tantos) para lograr necesidades básicas y reciprocidad. Además, la adhesión a lo genuinamente sagrado sobrepasa lo esotérico y lo fantasioso. Es afianzado el bien-con-vivir. Es anhelado un mundo donde haya ´paz con justicia´, donde ´caben todos/todas´, donde es visualizado ´otro mundo posible´ (como se dice en congresos de representantes de regiones del mundo).
Las creencias y ritos tienen potencialidades (y ambivalencias). Ellas pueden sustentar la acción que transforma y promover consenso (para disminuir violencias e inequidades. En diversos ámbitos andinos se redescubre lo espiritual y el cuidar el medio ambiente natural y social. Las convocatorias del Papa Francisco en Laudato Si y en Fratelli Tutti invitan a colaborar y a celebrar en nuestra casa común, porque es parte del sentir y de la enseñanza cristiana. Ella incluye dimensiones éticas, ecológicas, amables, de carácter integral y radical.
Un anhelo universal sostiene la conclusión de la encíclica papal LS: “Dios omnipotente, enséñanos a descubrir el valor en cada cosa, a contemplar admirados, a reconocer que estamos profundamente unidos con todas las criaturas … aliéntanos, por favor, en nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz# (LS 246).
4. Concluyo
En ámbitos andinos, continúan germinando líneas de acción y reflexión cristiana que son alimentadas por sensibilidades universales, y por sabidurías autóctonas, mestizas, interculturales, ecológicas.
Referencias
Boff, Leonardo La dignidad de la tierra. Ecologia, mundialización, espiritualidad, La emergencia de un nuevo paradigma, Madrid, Trotta, 2000.
Céspedes, Geraldina, Ecofeminismo, Teologia saludable para la tierra y sus habitantes. Guatemala/Madrid, Editorial PPC, 2021.
Chipana Sofia, Ismael León, Dietmar MüSig, Ecoteologia. Espiritualidades y prácticas , La Paz: ISEAT, 2011.
Guridi, Roman,, Ecoteologia: nuevo estilo de vida, Ediciones U.Alberto Hurtado, Santiago, 2018.
Infanti, Luis, Danos hoy el agua de cada dia, Carta Pastoral, Aysen, Chile, 2008.
Irarrazaval, Diego, Itinerarios en la fe andina, Verbo Divino, Cochabamba, 2013.
Llanque, Domingo, Vida y teología andina, CBC, Cuzco, 2004.
Mamani, Vicenta, Ritos espirituales, prácticas comunitarias aymaras, CREAERT, La Paz, 2002.
Noemi, Juan El mundo, creación y promesa de Dios, Santiago: San Pablo, 1996.
Pastoral Social CARITAS Chile, Florecerá el desierto, El don de la creación y sus desafíos en nuestro tiempo: tarea para la Iglesia, Santiago, sin fecha.
Revista Testimonio, 282, Conversión ecológica para vida consagrada más humanizada, Santiago de Chile, CONFER, 2017.
* Diego Irarrazaval. Asesora programas culturales y eclesiales (1975-2004 en Peru y otros lugares; y en Chile 2005 al 2025). Vicario parroquial, San Roque, Santiago. Coordinó el Instituto de Estudios Aymaras, y durante 11 años la Asociación de Teologos/as del Tercer Mundo. Libros: Teologia en la fe del pueblo; Indagación cristiana en los márgenes; Itinerarios en la fe andina; Raíces con Alas (y otros escritos). Presbítero. Congregación de Santa Cruz. Participo en Amerindia continental.
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