[Por: Luis Van de Velde]
Conocer y asumir el interés, la necesidad, la esperanza, la angustia y el amor del pobre, del campesino, del que no tiene nada. Y esto no desde investigaciones universitarias, encuestas de opinión o diagnósticos de alguna ONG, sino desde una profunda y sincera fraternidad vivida, de sentir y dejarse sentir como hermano o hermana de y entre las personas pobres. Como escribió recientemente un teólogo: la opción preferencial por los pobres es imposible sin ser amigo(a) de verdad de gente pobre. Y esto tiene que ver con la «espiritualidad de pobre»…
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