Trump y Francisco: dos modelos de cristianismo enfrentados

22 de Abril de 2025

[Por: Juan José Tamayo]




El encuentro del papa Francisco, un día antes de su fallecimiento, con el vicepresidente de los Estados Unidos JD Vance, católico practicante, el mensaje pascual de Francisco el domingo de resurrección y las políticas seguidas de Trump durante los tres meses de su segunda presidencia ponen de manifiesto con total nitidez dos modelos de cristianismo enfrentados: el de Francisco, identificado con las raíces evangélicas del movimiento de Jesús de Nazaret, y el de Trump, al servicio de sus interés, de los del Imperio y de los oligarcas tecnológicos, cuyo principal exponente es Elon Musk. Vance no encontró en su visita al Vaticano la legitimidad religiosa que esperaba ya que sus proyectos cristianos, morales, políticos, económicos y sociales están en las antípodas con los de Francisco.

 

La práctica del cristianismo de Trump y Vance se ha caracterizado por las deportaciones masivas de inmigrantes en sus diferentes modalidades: expulsiones con la gente esposada como si se tratara de personas delincuentes, suspensión del derecho de asilo y autorización a los agentes de inmigración a hacer redadas en las escuelas, los hospitales y los templos. Otra actuación es el borrado de las personas LGTBI y, en consecuencia, la eliminación de la protección a dichas personas. Una nueva práctica insolidaria es la retirada de miles de millones de dólares en ayudas a quienes viven en situaciones de marginación en los países empobrecidos, retirada que está causando muchas muertes y el aumento de graves enfermedades. Contrariz al derecho internacional y al derecho de los ciudadanos y ciudadanas a vivir en su propio territorio es la vinculación del cristianismo de Trump con el anuncio de la expulsión de más de dos millones gazatíes y la creación de la Riviera del Próximo Oriente en Gaza, lo que implica la limpieza étnica, el respaldo incondicional a la política genocida de Netanyahu y a los partidos políticos sionistas y el reconocimiento de Israel como el guardián de la región.

 

A estas prácticas cabe añadir otras dos: la imposición del rearme a todos los países de su influencia y el consiguiente incremento del gasto militar, y la aporofobia, que es el odio a la vida de los pobres.

 

El cristianismo practicado por el papa Francisco durante los 12 años de pontificado se encuentra en las antípodas. Fue partidario del desarme, de la defensa de la paz fundada en la justicia, de la libertad para las presas y los presos políticos y prisioneros de guerra. Esa fue su última petición el domingo de Resurrección. Destacó por la acogida y la hospitalidad a las personas y los colectivos de inmigrantes y refugiados. El propio Francisco visitó los campos de inmigrantes y refugiados, lloró ante las condiciones inhumanas en que viven, mostró compasión hacia ellas, sacó de los campos de refugiados a familias enteras y las acogió en el Vaticano, al tiempo que pidió a las comunidades cristianas que los acogieran en sus centros religiosos y en sus hogares. Se opuso a la lógica del miedo, que Trump generó entre las personas migrantes y que fue objeto de denuncia profética por Marienn Budde, obispa episcopaliana de Washington. 

 

Calificó las deportaciones masivas de inmigrantes de Trump de atentados contra la dignidad de muchos hombres y mujeres a quienes sitúa en un “estado de vulnerabilidad”. Se opuso a la limpieza étnica de los gazatíes defendida por Trump y Netanyahu y defendió el derecho a permanecer en su tierra. En el mensaje de Pascua transmitido el domingo de Resurrección se refirió a la población y la comunidad cristiana de Gaza, que está viviendo una situación de muerte y destrucción y una dramática e indigna crisis antihumanitaria. En esa misiva reclamó el alto el fuego interrumpido por Netanyahu con el apoyo de Trump, la liberación de los rehenes y la ayuda a la gente que tiene hambre y aspira a un futuro de paz. Denunció los conflictos crueles que afectan a civiles desarmados, ataques a escuelas, hospitales y operadores humanitarios.

 

Una última opción en que la que se confrontan los dos cristianismos es el de la actitud hacia las personas más vulnerables, los colectivos empobrecidos y los pueblos oprimidos. Trump defiende a las élites políticas y económicas y rechaza a las mayorías populares empobrecidas, a quienes castiga con todo tipo de restricciones y gestos de insolidaridad. Como destacan todos los análisis políticos y religiosos que se están realizando desde su fallecimiento, Francisco apostó desde el principio de su pontificado por una Iglesia pobre y de los pobres, hospital de campaña para todas las personas heridas por los diferentes sistemas de dominación, una Iglesia que debe renunciar a los discursos y las prácticas autorreferenciales e ir a las periferias humanas donde se encuentran los colectivos humillados: cárceles, psiquiátricos, centros de internamiento de jóvenes , comunidades indígenas, zonas marginales de las grandes ciudades, etc.

 

“Con los pobres de la tierra mi suerte yo quiero echar”. Este verso del poeta revolucionario cubano José Martín creo que le es aplicable a Francisco desde que asumió el liderazgo al frente de la Iglesia católica hasta el último día de su existencia.

 

Juan José Tamayo es teólogo y profesor emérito honorífico de la Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es Cristianismo radical (Trotta, 2025, febrero 2024, 2ª ed. abril 2025), que constituye la mejor expresión de la radicalidad evangélica del papa Francisco. 

 

Artículo publicado en INFOLIBRE, 21 de abril de 2025.

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