[Por: Rosa Ramos | Cristianisme i Justicia]
Dedico este artículo a mi amigo José Ignacio González Faus, segura de que lo apreciaría. Su mirada, a través de sus escritos, contribuyó a confirmar la mía dándole un sustento teológico. ¡Gracias!
Al leer el título, seguramente acuden a vosotros imágenes de ciudades convertidas en escombros por las bombas, calles imposibles de transitar por esa destrucción evidente; niños y adultos moviéndose en harapos entre esos escombros de lo que fuera un templo, un lugar sagrado, la casa de sus vecinos o el propio hogar, donde quedaron sepultados pertenencias, objetos queridos y sueños…
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