12 años de Francisco

19 de Marzo de 2025

[Por: Francisco Aquino Júnior | Portal das CEBs]




Celebramos los 12 años de ministerio pastoral de Francisco como Obispo de Roma. Independientemente de la posición que se tenga sobre él y el proceso de renovación y reforma eclesiástica que inició, nadie puede negar que Francisco marca una nueva era en la vida de la Iglesia. Un tiempo de conversión y renovación espiritual, en el sentido de “volver a las fuentes y recuperar la frescura original del Evangelio”. Y esto no ocurre sin tensiones, conflictos y oposiciones. Basta pensar en los conflictos que vivió Jesús, especialmente con los grupos más “religiosos” de su tiempo: fariseos, sacerdotes, maestros de la ley. Por eso, no debería sorprendernos que sectores de la Iglesia que se dicen muy “católicos” y “ortodoxos” ataquen tan violentamente a Francisco e incluso recen por su muerte. No pueden soportar el amor y la bondad de Dios manifestados en Jesús y sus seguidores más fieles…

 

Haciendo balance de estos doce años, queremos destacar cuatro aspectos que nos parecen fundamentales en este proceso de conversión y renovación eclesial:

 

1.   Ya en los encuentros que precedieron al Cónclave en el que fue elegido, Francisco distinguió entre una “Iglesia evangelizadora que sale de sí” y una “Iglesia mundana que vive en sí, de sí y para sí”. Afirmó que “los males que, con el tiempo, se producen en las instituciones eclesiásticas tienen su raíz en la autorreferencialidad, una especie de narcisismo teológico”. Y recordó que “la Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir a las periferias”. Y en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium sobre el anuncio del Evangelio en el mundo de hoy, insiste en la necesidad y urgencia de una “ transformación misionera de la Iglesia”, entendida como “salida hacia las periferias geográficas, sociales y existenciales”. El regreso a Jesús y a su Evangelio pone a la Iglesia en dirección y al servicio de la humanidad que sufre.

 

2.   Esta conversión misionera de la Iglesia concierne a todo el Pueblo de Dios en la diversidad de sus carismas y ministerios. Esto exige superar el clericalismo que produce relaciones de dominación y subordinación, es terreno fértil para todo tipo de abusos y “no sólo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiende a subestimar la gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón de nuestro pueblo”. Y requiere un proceso de conversión sinodal que implica tanto una mentalidad de comunión y de corresponsabilidad, como estructuras y procesos que favorezcan y promuevan la participación efectiva en todas las instancias de la Iglesia. Los laicos no son asistentes o colaboradores del clero, sino auténticos “sujetos eclesiales”, “corresponsables del ser y de la misión de la Iglesia”.

 

3.   Francisco ha insistido mucho en la dimensión socioambiental de la fe y de la misión evangelizadora de la Iglesia . No es una cuestión secundaria ni opcional. Es una exigencia que brota del corazón del Evangelio de Jesucristo. No se cansa de hablar del carácter evangélico de la opción por los pobres, de la lucha por la justicia, de los derechos humanos, de la paz entre los pueblos y del cuidado de la casa común. No es sólo una cuestión social, política, económica, cultural o medioambiental. Se trata también de una cuestión estrictamente espiritual que concierne a la obra creadora de Dios y a su designio sobre la humanidad. Sus encíclicas sociales Laudato Si' y Fratelli Tutti insisten en la importancia y urgencia de la “fraternidad y la amistad social” y del “cuidado de la casa común”. Y sus encuentros con los movimientos populares indican el modo en que la Iglesia debe afrontar los grandes problemas de la sociedad: desde abajo, desde las víctimas, desde las periferias.

 

4.   Pero la huella espiritual más profunda de su ministerio es, sin duda, la centralidad de los pobres, marginados y sufrientes . Volviendo al Evangelio de Jesús, se dirige a los pobres y marginados. Francisco huele a Evangelio y, precisamente por eso, huele a pobre. Es un “pastor con olor a oveja”. En ella se siente la “frescura original del Evangelio” que es Buena Noticia para la humanidad que sufre. Devuelve el Evangelio a la Iglesia, devolviendo la Iglesia a los pobres. Sitúa en el centro de la vida de la Iglesia a aquellos que están en los márgenes o periferias de la sociedad: los pobres; indígena; ancianos y enfermos; víctimas de desastres/delitos ambientales, tráfico, guerras; mujer; personas LGBT; familias rotas, etc. Da la bienvenida a todos, sin prejuicios ni discriminación. Se hace eco del “grito de los pobres y de la tierra”. Y moviliza a la Iglesia y a la sociedad en defensa de los pobres y marginados y en el cuidado de nuestra casa común.

 

Francisco marca una nueva era en la vida de la Iglesia. Reanudar el proceso de renovación conciliar de la Iglesia, basado en la opción preferencial por los pobres, abre caminos y desencadena procesos. Más que una tarea realizada, se trata de caminos a recorrer y procesos a desarrollar, tras las huellas de Jesús, con la fuerza del Espíritu, en compañía de los profetas y mártires de los caminos, escuchando el “grito de los pobres y de la tierra” que son, en Él, jueces y dueños de nuestras vidas y comunidades (Mt 25, 31-46).

¡Bendito sea Dios por Francisco!

 

Publicado en: https://portaldascebs.org.br/12-anos-de-francisco/

 

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