Un planeta cubierto de venditas y de esparadrapo

15 de Marzo de 2025

[Por: Leonardo Boff]




Una de las preocupaciones centrales de hoy día en la geopolítica es cómo enfrentar el calentamiento global. Todo indica que hemos entrado en una nueva era geológica, la era del cambio climático generalizado, causado por el calentamiento creciente del planeta. Científicos del área confiesan que no estamos en condiciones de hacer retroceder este proceso. Nos es posible advertir de la llegada de los eventos extremos y minimizar sus efectos perjudiciales.

 

Para intentar evitar que el calentamiento supere 1,5ºC, lo que ya ha ocurrido, se ha organizado un esfuerzo gigantesco de descarbonización del proceso productivo. Pero este esfuerzo, no obstante las innumerables sesiones de COPs, no ha producido hasta hoy ningún resultado significativo. Y no va a producirlo nunca mientras no se plantee la verdadera cuestión:

 

¿Cual es el tipo de relación que las sociedades mundiales (salvaguardados los pueblos originarios que surfean sobre otra ola) establecen con la naturaleza? ¿Es una relación de sinergia, de cuidado y de respeto o de simple y pura explotación? Esta última es la que domina desde hace siglos. Y aquí reside el verdadero problema.

 

Las heridas en el cuerpo de la Madre Tierra provocadas por la voracidad productivista se tratan con tiritas y esparadrapos. No se busca curar la herida solo ocultarla mediante la aplicación de venditas u otras medidas meramente paliativas.

 

El actual sistema capitalista se funda en la relación de explotación de bienes y servicios de la Tierra, en el supuesto inconsciente de que son ilimitados, y por eso se puede llevar adelante un proyecto de crecimiento ilimitado. Este se mide por el nivel de riqueza de una nación, concretado mediante el Producto Interior Bruto (PIB). Ay del país que no presente un superávit y un PIB sostenido. Corre el riesgo de recesión, con los efectos nefastos conocidos.

 

Si el sistema cambiara la relación con la naturaleza en el sentido de respetar sus ritmos, su capacidad de regeneración y coevolución en el proceso general cosmogénico, deberían cambiar los comportamientos, las técnicas de producción y renunciar a los niveles actuales de acumulación. Y no lo hacen. Los mantras del sistema imperante nunca cambiaron: acumulación ilimitada, individualista, con fuerte competición y explotación al máximo de las riquezas naturales.

 

Sucede que estas riquezas naturales no sólo son limitadas, sino que su capacidad de soporte (la Sobrecarga de la Tierra) ha sido superada. Ahora ya el consumo de la especie, especialmente el consumismo suntuoso de las clases ricas, está exigiendo más de una Tierra y media (1,7). Y sólo tenemos esta Tierra.

 

Mientras no se cambie de paradigma en la relación con la naturaleza, mientras no se pase de la explotación a la sinergia y cooperación y a la búsqueda de la justa medida, serán en vano todos los encuentros mundiales buscando imponer límites al calentamiento global con todo lo que él incluye (falta de agua potable, desertificación, migración de poblaciones enteras, devastación de la biodiversidad, conflictos y guerras y otras amenazas a la vida).

 

La pandemia del coronavirus fue la oportunidad de replantearnos una nueva relación con la naturaleza. Pocos se preguntaron de dónde vino el virus. Vino de la deforestación y destrucción del hábitat de este y de otros virus. Pasada la crisis, volvimos al mundo anterior con más voracidad aún, sin haber aprendido nada de la señal que la Madre Tierra nos había enviado. Lo mismo está ocurriendo ahora con las grandes riadas, los incendios, los tornados, las sequías. Todas son señales que nos envía la Tierra viva y nos toca descifrar. Y no hacemos el debido esfuerzo de descifrarlas que nos exigiría cambios sustanciales. Como resultado, los eventos extremos continúan e irán en aumento poniendo en peligro miles de vidas y al límite nuestra propia existencia sobre este planeta.

 

Por eso rechazamos las falsas soluciones de las curitas o tiritas sobre el cuerpo de la Madre Tierra, aplicadas especialmente por aquellos que no sueltan el hueso, como las grandes corporaciones de energía fósil y del carbón presentes en todas las COPs, que hacen una ingente presión para que nada cambie realmente.

 

Ellos llevan un aguijón en los pies, del cual no consiguen liberarse, por eso están condenados a continuar con su lógica de acumulación, poniendo en peligro el futuro de la vida.

 

Pero en las grandes extinciones del pasado la vida siempre sobrevivió. Y esperamos que continúe sobre la Tierra todavía.

 

*Leonardo Boff ha escrito Cuidar de la Casa Común: pistas para retrasar el fin del mundo, Vozes 2024; La búsqueda de la justa medida: cómo equilibrar el planeta Tierra, Vozes 2023.

 

Traducción de MªJosé Gavito Milano.

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