A mi entrañable amiga Emma Martínez Ocaña, por compaginar en su vida la espiritualidad y el compromiso político

11 de Enero de 2025

[Por: Juan José Tamayo]




A mi entrañable amiga Emma Martínez Ocaña, mi felicitación en el día de su 80 cumpleaños por compaginar en su vida armónicamente la espiritualidad y el compromiso político

 

Querida Emma

 

Ya hemos iniciado el día en el que cumples 80 años, fecha y edad de plenitud. Yo te voy pisando los talones y los cumpliré en 2026. Es esta una efeméride que no quiero dejar pasar. Por eso, deseo unirme a tan importante celebración y hacerme presente a través de esta carta en la que te expreso mi felicitación, mi agradecimiento y mi reconocimiento por una vida que es ejemplo de coherencia entre lo que piensas y lo que vives, lo que crees y lo que practicas, lo que sientes y lo que anhelas, lo que predicas y lo que testimonias. entre la palabra y la acción, lo que anuncias y tu empeño por hacerlo realidad. Una coherencia que brilla por su ausencia en la vida política de no pocos dirigentes y en la vida religiosa de no pocos creyentes, cuya característica es la falta de sintonía entre sus discursos y sus acciones, que van en dirección contraria.

 

He vuelto a leer estos días con verdadera fruición tu libro Es tarde, pero es nuestra hora (Narcea, Madrid, 2020), que se publicó en pandemia y fue para mí una luz en medio de la oscuridad y de la muerte y lo sigue siendo hoy con más motivo ante el control del poder político por parte de tecno-plutócratas, personas sin escrúpulos, sin ética, que, lejos de trabajar por el bien común, lo hacen para incrementar sus beneficios. 

 

Tu libro tiene un horizonte de referencia: la espiritualidad, palabra muy desacreditada y maltratada, pero tú te encargas de darle crédito y de no confundirla con la religión ni con la ascética. En algunos casos, en muchos diría yo, la religión es un obstáculo para vivir la auténtica espiritualidad, que es constitutiva de la persona, como lo es la sociabilidad, la praxicidad, la projimidad y la corporeidad.

 

Liberas a la espiritualidad del secuestro al que ha estado sometida en los libros de piedad y en las prácticas ascéticas mortificadoras del cuerpo y le devuelves su sentido antropológico no dualista, sino unitario, y su carácter subversivo, incluso revolucionario, características ambas de las místicas y los místicos, que fueron personas incómodas para el sistema tanto religioso como político y social: Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, el maestro Eckhart, las místicas medievales, varios de las cuales dieron con sus huesos en la hoguera.

 

Escribiste el libro en plena pandemia, que nos descubrió nuestra esencial vulnerabilidad, y fragilidad y nos curó de nuestra prepotencia, y con la dramática crisis mundial, pero sin caer en el pesimismo, ni en el fatalismo, sino con la esperanza movilizadora de las energías utópicas ínsitas en el ser humano, mejor aún, muy presentes en tu espiritualidad liberadora.

 

En el libro tomas el pulso a la realidad críticamente guiándote en tus análisis por intelectuales, hombres y mujeres, cultivadores de diferentes disciplinas dentro de la teoría crítica: ciencias sociales, políticas, ecológicas, filosofía, teología, y nos colocas ante el   espejo para que tomemos conciencia “de nuestra inconsciencia” ante el tipo de civilización que estamos apoyando: “una visión y una cultura dominantes que legitiman ese sistema civilizacional que profundiza [y yo añadiría: normaliza, radicaliza y eterniza] la desigualdad, genera violencia y provoca la destrucción del planeta” (p. 64).

 

Te preguntas con Lovelock si somos conscientes de que estamos suicidándonos y generando muerte. No, no lo somos, dices con razón, y, por eso, lejos de humanizar la humanidad y de convivir armónicamente con la naturaleza, estamos deshumanizándonos y desnaturalizando la naturaleza por mor del modelo de desarrollo científico-técnico de la tan elogiada Modernidad que la depreda.

 

Me encanta tu propuesta de una eco-espiritualidad holística y unitaria que respeta la multiplicidad y la pluriversalidad, en sintonía con la “inteligencia holística” -que tiene poco que ver con la Inteligencia Artificial, que como su nombre es artificio-, superadora de los dualismos cuerpo y alma, sagrado y profano, hombre y mujer, cielo y tierra, acción y contemplación, mente y corazón, política y espiritualidad, divinidad y humanidad, público y privado, etc. Te declaras partidaria de una eco-espiritualidad cultivadora del silencio, inseparable del compromiso y vivida en la profundidad del S-ser, con mayúscula y minúscula. Me encanta que insistas en esta idea en un mundo marcado por la banalidad del tener y del poder.

 

Como persona cristiana que eres, no podía faltar en tu diseño de la espiritualidad la referencia a Dios, pero no en torno a la pregunta dónde está Dios, sino cómo hacerlo presente en la vida cotidiana, cómo “vivir y pensar el Dios de los pobres”. Precisamente en breve aparecerá el libro póstumo con ese título: “Vivir y pensar el Dios de los pobres”. Y lo haces respetando el Misterio y guardando Silencio. Tu misma vives la espiritualidad en el seguimiento de Jesús de Nazaret y convergiendo con José Saramago, quien define a Dios como “el gran Silencio del universo” y al ser humano como “el Grito que da sentido a ese silencio”.     

 

Precisamente como cristiana coherente fundamentas la espiritualidad en Jesús de Nazaret, el místico y el contemplativo, el utópico y el soñador, el Indignado, como yo le defino, y el activista de los derechos humanos, el Cristo liberador y visionario. Tu espiritualidad lleva derechamente a la opción fundamental y radical de Jesús por las personas más vulnerables, los colectivos explotados y los pueblos oprimidos. Conduce al compromiso por la liberación y apuesta por la vida, una vida digna, justa, fraterno-sororal, y por eliminar o, al menos, aliviar del sufrimiento.  

 

En la espiritualidad como alivio del sufrimiento eco-humano coincides con Epicuro y con Jesús de Nazaret. “Compasión quiero, no sacrificios”, dice Jesús. “Vana es la palabra de aquel filósofo que no remedia ninguna dolencia del ser humano”, afirma Epicuro.   

 

Me encanta el título que has puesto al libro: “Es tarde, pero es nuestra hora”, el mismo de la Agenda Latinoamericana 2021 tomado de un poema de Pedro Casaldáliga, que cito yo también en mi libro Pedro Casaldáliga. Larga caminada con los pobres de la tierra (Herder, Barcelona, 2020): “Es tarde,/ pero es nuestra hora./ Es tarde,/pero es todo el tiempo/ que tenemos a mano/ para hacer el futuro./ Es tarde,/ pero somos nosotros/ esta hora tardía./ Es tarde,/ pero es madrugada/ si insistimos un poco”. 

 

Tu libro, Emma, pone el reloj en la hora de la historia, pero no para quedarnos instalados cómodamente en el presente, sino para pensar, soñar, construir otro mundo posible, adelantar la madrugada y levantarnos al alba. Pone el reloj en la hora de la utopía que, como afirma Eduardo Galeano, sirve para caminar, como haces tú a diario a tus ochenta años con extraordinaria agilidad y lucidez sabiendo dónde pisas. Me encantará hacer el camino contigo. Con la ejemplaridad de tu vida nos recuerdas y demuestras que el amor cristiano debe traducirse en el compromiso político para cambiar este mundo en el que quepan todos los mundos, todos los seres humanos y la naturaleza. Con tu testimonio militante nos recuerdas que el amor tiene que ser políticamente eficaz, como dijera Camilo Torres.

 

Muchas felicidades, Emma. Ad multos años.

 

Imagen: https://www.religiondigital.org/el_blog_de_juan_jose_tamayo/eco-espiritualidad-holistica_7_2571712805.html  

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