[Por: Francisco Aquino Júnior]

Si bien lo “espiritual” siempre aparece como algo inseparable de nuestra vida concreta en sus alegrías y tristezas, logros y necesidades (acción de gracias – súplica), se tiende a identificarlo con sus expresiones rituales y doctrinales (preceptos y ritos y confesión de doctrina). ). Por mucho que la invocación a Dios esté siempre ligada a los acontecimientos de la vida, cuando se piensa en religión, Iglesia, espiritualidad, misticismo, Dios, fe, inmediatamente se piensa en doctrina y ritos religiosos: una persona o comunidad es considerada más o menos “espiritual” a través de la constancia y el tiempo dedicado a la oración y participación personal y comunitaria en la Eucaristía. Incluso el lenguaje lo denuncia: cuando hablamos de una mañana o de un día de “espiritualidad” (¿y el resto del día y los demás días son de qué?), estamos hablando de una mañana o de un día de oración; Cuando hablamos de un momento de “mística” en los movimientos populares, hablamos de una expresión artístico-ritual de la lucha: canto, poesía, teatro, gesto, etc. Es como si lo religioso/espiritual/místico se identificara con su expresión ritual-doctrinal…

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