15 de Diciembre de 2024
[Por: Joaquim Jocélio | Portal de las CEBs]
Concluimos nuestro breve estudio de las Escrituras tratando con un conjunto de libros del Nuevo Testamento (NT) llamados Cartas Católicas . En esta ocasión también presentaremos la Carta a los Hebreos, que no encaja en las divisiones en bloques habituales de los libros bíblicos. Las letras católicas reciben su nombre porque la palabra “católica” tiene el significado de “universal”. Y este término puede pensarse tanto en relación con los destinatarios de estas cartas como con su contenido. Las cartas paulinas, por ejemplo, estaban dirigidas a una Iglesia concreta (Corinto, Galacia, Filipos, etc.), mientras que las cartas católicas se dirigían a todas las Iglesias. Las cartas paulinas abordan problemas específicos, mientras que las cartas católicas presentan cuestiones más generales. Por eso se les llama católicos, es decir, universales. Ellos son: Carta de Santiago, Primera y Segunda de Pedro y Judas. Otra característica de estas cartas es la pseudoepigrafía, es decir, se atribuyen a determinadas personalidades, pero no fueron escritas por ellos. No fueron Pedro, Santiago y Judas quienes escribieron las cartas que llevan su nombre. Están escritos desde finales del siglo I y principios del segundo, muchas décadas después de la muerte de los apóstoles…
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