[Amerindia Continental]

El 22 de octubre a las 20 horas, en el Perú, ha fallecido Gustavo Gutiérrez, uno de los padres de la Teología de la liberación. Su muerte significa una gran pérdida para la Iglesia latinoamericana y universal y para el conjunto de la sociedad. Sin embargo, nos deja su gran legado teológico al servicio de una vida digna para todos, principalmente para los más pobres y excluidos.

Con Gustavo hemos aprendido que la teología es siempre un acto segundo, que primero está la experiencia del amor gratuito de Dios, de la fe vivida y expresada a través de la oración y el compromiso con los pobres y excluidos; hemos aprendido que los pobres son sujetos con dignidad, agentes de su propia historia y destino y que es parte de una tarea teológica acorde con Jesús de Nazaret, defender sus derechos y trabajar por un mundo donde no hayan marginados.

La propuesta de Gustavo, como él mismo ha afirmado en su principal obra: “Teología de la liberación. Perspectivas” (1971), no consiste en agregar otro tema a la reflexión de fe, sino en formular una nueva manera de hacer teología. La teologíaa como reflexión crítica de la praxis histórica es liberadora, pues no se limita a pensar el mundo, sino que busca situarse como un momento del proceso a través del cual este es transformado, abriéndose al don del Reino de Dios en la protesta ante la dignidad humana pisoteada, en la lucha contra el despojo de la inmensa mayoría de hombres y mujeres, en el amor que libera y en la construcción de una nueva sociedad, justa y fraterna.

Hasta siempre, querido Gustavo. Gracias por tu testimonio y teología que ha ayudado a madurar la fe de tantos y tantas. Nos dejas el gran reto de seguir aportando desde la fuerza histórica de los pobres y excluidos y la reflexión teológica a la construcción de una Iglesia sinodal y de un mundo más justo y fraterno.

¡Descansa en paz en el abrazo de nuestro Dios de la vida, al que transparentaste con tu pensamiento, cercanía y amistad!

Con profunda gratitud y cariño,

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