20 de Octubre de 2024
[Varias organizaciones]
21 de octubre de 2024
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. (Mt5,10)
Como comunidades creyentes en la justicia y la paz en México:
Condenamos rotundamente el asesinato de nuestro hermano, Marcelo Pérez Pérez, sacerdote indígena de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, perpetrado la mañana de este día, 20 de octubre de 2024, cuando salía de celebrar una eucaristía en la iglesia del Barrio de Cuxtitali, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
El padre Marcelo ha sido uno de los principales promotores de los procesos de diálogo y pacificación en el estado de Chiapas, denunciando desde hace varias décadas la violencia que se vive en la zona y la violación fragante a los derechos de sus habitantes y comunidades.
En reiteradas ocasiones había recibido amenazas de muerte, difamaciones y hostigamiento por parte de grupos de poder que han coptado la zona, autodefensas y autoridades locales.
“Chiapas es una bomba de tiempo”, señaló el padre Marcelo el pasado 13 de septiembre, durante la marcha por la paz que convocaron los 3 obispo de la Provincia. Lamentablemente, este asesinato se suma a una larga lista, como consecuencia de la ola de violencia que se vive en Chiapas y que ha provocado que cientos de familias vivan el desplazamiento forzado y la amenaza constante.
Nos sumamos al llamado urgente de por la paz que hace con su vida, muerte y Pascua, nuestro hermano Marcelo. Su vida y su legado profético no se detendrá con este salvaje hecho criminal.
Él hizo vida el llamado que Jesús ha hecho a sus seguidores y da sentido a nuestra identidad eclesial en las diferentes comunidades de fe cristianas. Así lo confirma y asume el III Sínodo Diocesano de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas: “Ante el sufrimiento y el dolor del pueblo, Jesús no es ciego; la aflicción y la angustia de los demás le mueven las entrañas… Como Diócesis, por motivos eclesiales y de fe, debemos seguir el ejemplo de Jesús… Profundizaremos la certeza de que seguir a Jesús nos trae como consecuencia calumnias, encarcelamiento, cansancio, hambre, sed y muerte, pero que todo esto no nos haga perder la confianza y esperanza ya que estos padecimientos nos hacen participar de los sufrimientos redentores de Cristo” (III Sínodo Diocesano, 48-59).
Nuestra también es esta convicción y junto con nuestra hermana Diócesis de San Cristóbal de las Casas, confirmamos nuestro llamado a ser “promotores y mediadores de la paz y cumplir el ministerio de reconciliación que Dios nos dio para cambiar la situación de guerra y conflicto entre hermanos” (III Sínodo, 84). Ante el clamor del pueblo, no cesemos en nuestro compromiso de ser constructores de la paz.
JTatic Samuel Ruiz García nos lo recordaba en su carta pastoral En esta Hora de Gracia: “En este momento en que los problemas y las contradicciones en nuestro país se vuelven cada vez más fuertes, debe aparecer más claramente la responsabilidad de los cristianos en búsqueda de la verdad. Si hacemos el esfuerzo de sentir en nuestro corazón el sufrimiento y la angustia de los demás, estaremos mejor dispuestos para comprenderlos y para saberlos escuchar y cambiar nuestro corazón”.
Con estas convicciones, como comunidades creyentes de diversas tradiciones de fe, unidas por el mismo espíritu y exigencia de paz con justicia y dignidad:
Repudiamos con contundencia su asesinato, que se suma al de muchos y muchas mártires de la paz, y exigimos a las autoridades su actuación, que la impunidad, la colusión y la corrupción no prevalezcan.
Nos sumamos a la indignación, clamor y exigencia de cese a la violencia en el Estado que hacen las Iglesias, pastores y comunidades en el territorio.
Hacemos un llamado urgente al restablecimiento del orden social y político en el Estado.
Nos sumamos al grito de paz y reconciliación que hoy sella la sangre del padre Marcelo.
Nos hermanamos a las comunidades parroquiales, colectivos, organizaciones y, sobre todo, víctimas de la violencia que el padre Marcelo acompañaba en vida, estamos seguras de que su testimonio será fermento de vida.
Abrazamos a la familia eclesial y de sangre del padre Marcelo, con la confianza en que el Padre resucita al justo asesinado absurdamente y que envía su Espíritu a las comunidades que le sobreviven, transformándolas en signos de resurrección y vida plena.
“Hasta que la paz, la dignidad y la justicia se hagan costumbre”.
Descargue el comunicado.
Para adhesiones, enviar un correo a sicsalmexico@gmail.com
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