27 de Setiembre de 2024
[Por: Víctor Cámara]
Querido Juan López, el 14 de septiembre te asesinaron al salir de la Iglesia de tu comunidad, en la ciudad de Tocoa, después de haber celebrado la palabra de Dios. Los asesinos te buscaron en la Iglesia donde no faltabas y donde servías de la forma más sencilla. Al salir de la Iglesia y un 14 de septiembre, fiesta de la exaltación de la Santa Cruz. Esto me hace pensar en una vida enraizada en la Palabra de Dios, en el compartir y servicio comunitario, en la fe que vivías con gran convicción. Estas circunstancias están llenas de signos muy reveladores de lo que ha sido su vida.
Querido Juan López, soñabas con una Honduras mejor, llena de vida y plenitud. Y por eso te comprometías en muchos y variados ámbitos. En el barrio, en la comunidad, en la Iglesia, en las organizaciones populares, sociales y civiles, en el ámbito político y partidario, en la defensa de la casa común, por el agua, por el bosque, por la tierra, en la pastoral social de la Iglesia, en la ecología integral, por la justicia, por los Derechos Humanos, por los pueblos originarios… y todo desde la dimensión samaritana, que movió toda tu vida siempre.
Querido Juan López, tu presencia en cada espacio siempre era significativa y lúcida. Tu pensamiento siempre muy propositivo y analítico. Tus palabras claras y profundas. Tu actitud siempre cercana, acogedora y fraterna. Tu compromiso sin límites por las causas de los más pobres y golpeados de nuestro querido pueblo hondureño. Tu corazón lleno de sentimientos y sueños de justicia. Tus expresiones firmes, llenas de ternura, valientes en la denuncia de las injusticias. Tu mirada penetrante y siempre convincente que invitaba sin descanso a avanzar siendo muy estratégicos, caminar unidos, abrazar la diversidad.
Querido Juan López, tu asesinato tiene todos los signos de un verdadero martirio. Porque eras un profeta valiente, libre y coherente en tu vida. Porque lo que alimentaba todas las luchas y sacrificios en tu vida era el sueño del Reino de Dios anunciado y realizado por Jesús de Nazareth. Porque en ti todo brotaba de un Corazón abierto, incluso a tus enemigos que te quitaron la vida. Porque en la denuncia de las injusticias eras implacable y exigente, pero en el anuncio del amor y la fraternidad más audaz y osado todavía.
Querido Juan López, disfrutabas la alegría, la fiesta, el encuentro, los pequeños avances y pasos que lográbamos unidos desde las bases, en las luchas por nuestros territorios amenazados. Te gustaba pensar y escribir con total libertad y lo sabías compartir. Te gustaba incluso hacer poesía. Te gustaba la danza, la música, la alegría compartida. Te gustaba ver disfrutar a tu pueblo y celebrar las pequeñas victorias, a pesar de tantos golpes de los poderes que desprecian la vida de los pobres.
Querido Juan López, amigo, hermano, compañero, profeta, mártir, poeta, pedagogo, estratega, comunicador, delegado de la Palabra, político (no de oficio) que sentías con las entrañas del pueblo, defensor de la vida… te quitaron la vida un 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Y con ello el exaltado en la cruz de la injusticia has sido tú.
Querido Juan López, una vez más los enemigos de la vida del pueblo creen que el camino es la violencia, hacer desaparecer a quien incomoda y cuestiona, a quien es insobornable. Y con ello creen que lograrán sus objetivos bastardos. Nada más lejos de la realidad. La sangre de Juan López es la prueba y señal de su derrota, de su desesperación, de su maldad.
Querido Juan López, tu martirio ha tenido un eco y una onda expansiva en toda la Iglesia de nuestra querida América porque eras conocido y querido. Y a los que planificaron y ejecutaron esta salvajada les decimos que nunca podrán vivir en paz, y que esta injusticia les ha de perseguir toda su vida hasta que den cuentas de ello, aquí en la tierra o a la hora de su muerte.
Querido Juan López, tu muerte nos ha golpeado a todos los que hemos caminado en comunión en tantas luchas, caminatas, ruedas de prensa, eucaristías con sabor a Justicia, encuentros, jornadas, viajes para acá y para allá siempre con un objetivo claro a favor de nuestros pueblos y territorios… Hoy oramos por tu eterno descanso después de una vida tan valiosa y llena de sentido, y oramos por tu familia y todos tus seres queridos para que diosito les llene de fortaleza y consuelo en esta hora amarga, para que nunca el odio y la venganza nos marquen el camino en las luchas por la dignidad de los más vulnerables y vulnerados de nuestro mundo.
Querido Juan López, desde la presencia del Dios de la Vida, sigue acompañándonos e inspirándonos con tus poemas y reflexiones, tu mirada inteligente y tus palabras valientes, tu vida ejemplar y entregada. Hasta siempre hermano y amigo. Y aquí seguimos todos y todas comprometidos en las mismas causas que nos han unido durante tanto tiempo y que a ti te llevaron al martirio. El mismo martirio de los grandes profetas de nuestra Patria Grande. El mismo esquema, los mismos actores, el mismo contexto… y nuestros mártires nos seguirán marcando el camino siempre.
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