18 de Agosto de 2024
[Por: Marcela Villalobos Cid | Cristianisme i Justicia]
Hace varios años, la película de la directora libanesa Nadine Labaki, de la cual he tomado prestado el título para este artículo, nos relataba en forma de parábola un mensaje que nos es universal: las tensiones y los conflictos que se viven en una localidad determinada por las diferencias que existen entre los habitantes. Presentada como una comedia dramática, vemos a un grupo de mujeres, cristianas y musulmanas (acompañadas y coludidas con el sacerdote y el imam del pueblo), llevar a cabo una serie de acciones y hacer todo lo humanamente posible, para que los hombres de ese pueblo, del cual no conocemos el nombre, no desentierren las armas que tienen escondidas y retomen el conflicto armado que está esperando una pequeña chispa, la que sea, para estallar. Hacia el final de la película (advertencia: spoiler alert) y después de una serie de peripecias de este grupo de mujeres, Nadine Labaki cierra la película de esta manera: las mujeres han cambiado de religión, intercambiando sus ropas, las mujeres cristianas se han hecho musulmanas y las musulmanas se han convertido en cristianas. De esta manera, ahora los hombres no pueden atacarse entre sí, ni atacar a otros aldeanos, puesto que, a partir de ese momento, todos están casados con una mujer de la religión contraria a la suya. La película cierra con esta interrogativa: ¿y ahora a dónde vamos?, dejándonos en la incertidumbre de un final abierto, lo cual me hizo pensar en los últimos acontecimientos de la actualidad política francesa…
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